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Nunca como este año he visto el agua del río tan limpia, corriendo con tanta fuerza, bajo su curso, unas plantas de hojas muy divididas y de un verde muy intenso que lo mismo crecen en la orilla, tocando con su raíz el agua, que plenamente sumergidas, dejándose peinar por la corriente.
Por este río, camina por su lecho, un mirlo de río, de pecho muy blanco, como si tuviera un espejo o una linterna, entre el negro del plumaje, y cuando avanza lo hace contracorriente, agachando un poco la cabeza, para que le pase por el lomo el agua corriendo, plenamente sumergido.
Y en los tramos tranquilos, se quedan los zapateros, insectos que rompen con sus patas la película superficial del agua, y la hunden levemente, haciendo una suerte de charcos donde la luz del sol se acumula, y a la vez, como pétalos que flotaran en el agua, da cada zapatero, cuatro sombras pequeñas y redondas al fondo tranquilo, limoso y oscuro del río.
Feliz día,
Mónica Fernández-Aceytuno
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Nunca como este año he visto el agua del río tan limpia