El tiempo me enseñó que mañana siempre será otro día.…
Petirrojo
Desde hace varios días se ha instalado un petirrojo en el sobrado de las cuadras que, aunque vacías ya de animales, sigue llenándose de cantos.
Creo que ya se está acostumbrando a mi presencia mientras lo fotografío a una cierta distancia.
Se diría que posa como si fuera consciente de su gracia.
Escribir tiene mucho de canto, aunque ningún pájaro cante para ser grabado.
Un fuerte abrazo para todos,
Mónica
P.S. Dejo aquí un artículo que no quiero perder y que escribí precisamente sobre el quehacer de escribir artículos cuando hace unos años me pidieron que felicitara la Navidad más o menos por estas fechas, con un mes y medio de adelanto. Un abrazo.
EL ESCRITOR DE ARTÍCULOS
El escritor de artículos es alguien que se ha dejado media vida en alguna parte y, de perdidos al río, escribe.
Al contrario que el escritor de libros, que ansía la inmortalidad, al escritor de artículos le gusta mirar hacia atrás y no ver más que una bandada de hojas que salen volando enseñando el haz y el envés como las amarillas hojas de los abedules.
El escritor de artículos es un loco que tira billetes desde una ventana, sin detenerse a mirar si son falsos o verdaderos. A veces, un señor desde la calle recoge lo que ha tirado y le devuelve los artículos encuadernados en un librito de 40 gramos y el escritor sonríe y se emociona y deja el ejemplar único, de adorno, en alguna parte de la casa, como una miniatura de porcelana. Y sigue escribiendo.
Al escritor de artículos, a veces le piden artículos de otros sitios, y cuando se lo piden, le solicitan un articulillo, aunque el escritor de artículos llama a todo artículo, cree que el número de palabras no guarda una relación aritmética con su peso. Pero esto no hay que tenerlo en cuenta porque el escritor de artículos no domina las matemáticas, nunca se para a hacer las cuentas. Como al pobre, sólo le molesta que le cambien de esquina.
La dispersión, no la entiende. El escritor de artículos es todo lo contrario del hombre orquesta, sólo sabe hacer una cosa, aunque suene a mil músicas. Y le gusta estar siempre en el mismo sitio, que si alguien quiere leerle, sepa dónde encontrarle, porque en ese encuentro de la palabra y los ojos, es donde vive.
Casi todo lo que hace son flores silvestres, cada una con su tiempo, su luz y su temperatura, por eso, si se quiere matar al escritor de artículos, el método más fácil es pedirle varios artículos juntos y adelantados varios meses, porque vive del día a día.
Bajo los pies del escritor de artículos, en sus antípodas, están los satisfechos por el trabajo terminado con antelación, y esta suerte de acumulación es algo que no cabe en la cabeza del escritor de artículos, porque la vida está vacía, si ya se tiene todo escrito. En ocasiones, se entrelazan de tal manera su trabajo y su vida, que escribe como respira, y hasta la fecha de hoy ya se sabe que nadie ha sido capaz de respirar todo junto y por adelantado.
El escritor de artículos se siente como si hubiera extraviado un niño en ese intervalo que va desde que entrega un trabajo hasta que lo ve publicado, que es el momento en el que el artículo cae como una hoja, y otra cosa mariposa. Si pudiera, el escritor llevaría de las manos sus palabras hasta la rotativa, para ir corrigiendo por el camino, porque al escritor de artículos no le importa que las palabras se las lleve el viento, sino que emprendan las palabras el vuelo sin haber escrito un buen artículo.
Al escritor de artículos, pocas cosas le duelen más que felicitar la Navidad un mes antes. Pero lo hace con muchísimo gusto: feliz Navidad, feliz Año Nuevo.
Mónica Fernández-Aceytuno
El Semanal ByN 2002
Fondo de Artículos de
Aceytuno.com