8:39h. Un mirlo está quieto mientras escribo. Es una silueta pequeña y negra, redondeada, como si estuviera dormido, o esperando a que amaneciera entre las nubes.

8:40 h. No tenía que haberme puesto ayer zapatos de suela, pues estuve tosiendo otra vez de noche, como si me hubiera entrado por los pies el frío.

Por aquí, aunque haga un día de sol espléndido, la hierba siempre está mojada, empapada de rocío, o del agua de la helada derretida, y así como se puede caminar por la ciudad con botas de campo, no se puede ir por el campo con zapatos de ciudad, porque te enfrías.

Y es al venir de la ciudad cuando vas a ver a los caballos un momento, o simplemente das una vuelta a la casa porque el día está cálido y precioso, cuando te atrapa por los pies el frío, sin darte cuenta.

Así que hoy, que está nublado y parece que va a llover, me calzaré las botas que tienen mejor suela.

El mirlo ya se ha ido, y el día nace rosa, que es cuando según los marineros viene la lluvia, pero en lo alto de la rama del ciruelo japonés donde estaba el mirlo, se ve una flor blanca, como si esa rama hubiera recibido ya más sol y más calor que las otras ramas del árbol.

Salud, feliz día y hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

P.S. 15:28 h Desde África, acaban de llegar los aviones comunes, parientes de las golondrinas, a la antigua cárcel de Cáceres. NOTICIA EN ACTUALIDAD.

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