11:39 del Martes 2 de Diciembre de 2008

Esoy escribiendo en la cocina, como en los viejos y primeros tiempos, sobre la mesa de castaño. Me acuerdo una vez cuando vino por aquí un conde que tenía once lugares en esta aldea,

y tras dejar aparcado un Fiat de cincuenta años, literalmente, cincuenta, y tras casi matarse al bajar y no ver dos escalones que hay a la entrada de la casa, me preguntó que dónde escribía y yo no hice más que darle largas porque no me atrevía a decirle que escribía, como cenicienta, en la cocina. Me encantaba. Ahora pienso que no tendría que haber salido de aquí nunca, pues es la habitación más caliente de la casa y desde donde se observa la estrategia que siguen un petirrojo y un tordo para comerse las migas, y también una pareja de arrendajos muy tímidos que aún no he conseguido fotografíar de cerca.

Buscan por el suelo, bajo las ramas, entre las hojas, bellotas y castañas caídas. Dicen que las esconden en otoño, que hacen despensas y que luego, cuando ya casi no quedan, regresan para pasar con ellas el trago del frío.

Tiene que haber hoy hielo sobre la mesa de mi despacho, allí arriba. Por eso he regresado hoy, como un arrendajo, a mi cocina.

Feliz día y hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

NULL

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.