Tarabillas macho y hembra con la ceba para su crías.

Tarabillas macho y hembra con la ceba para su crías.

Tarabillas macho y hembra con la ceba para su crías.

El fin de semana no ha podido ser más intenso desde el punto de vista de vivencias naturales. Hacía tiempo que no disfrutábamos tanto del contacto con la naturaleza.

Han sido tantas cosas las que han pasado: campos en los que ya no caben más flores, aves anidando, culebras, orquídeas… que es imposible contarlo todo en esta página, además de difícil transmitirles las sensaciones vividas.

Me quedaría con la aventura de las tarabillas. Todo el día estuvimos observando sus idas y venidas al lugar donde debían de tener el nido, seguramente al pie de un cardo. Cebaron a los pollos sin descanso, sus picos rebosando de verdes gusanos, escarabajos, saltamontes y otros insectos que cazaban al vuelo o sobre el suelo del huerto.

Las fotografié una y mil veces, agazapada tras la puerta de entrada, desconfiaban al principio pero luego fueron ignorando mi presencia.

Fue con las últimas luces cuando las vi revoloteando inquietas alrededor del lugar donde suponíamos que tenían el nido (estábamos viéndolas desde la distancia), y al mirar con los prismáticos descubrimos una culebra (creemos que culebra de escalera). El destino de los pollos nos lo imaginamos algo más tarde cuando vimos que las tarabillas no volvían a acercarse al nido.

Pero así es la naturaleza. Suponemos que la culebra cenó gusanos, saltamontes, escarabajos y otros insectos que las tarabillas se habían afanado en cazar a lo largo de todo el día.

Un cordial saludo.

Pilar.

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