La simplicidad de un entretenimiento infantil ha sido la única acción conservacionista que ha permitido mantener un acervo genético que se pierde en los tiempos de Al-Ándalus.

AERCEGSA

La simplicidad de un entretenimiento infantil ha sido la única acción conservacionista que ha permitido mantener un acervo genético que se pierde en los tiempos de Al-Ándalus.

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Es difícil imaginar que la simplicidad del entretenimiento infantil, reflejado en una caja de zapatos, pueda ser ocupación de personas algo mayores. Pero es mucho más complejo intentar explicar que, ese pasatiempo pueril, haya sido la única acción conservacionista que ha permitido de manera no intencionada, mantener un acervo genético que se pierde en los tiempos de Al-Ándalus.

Hay una relación que excede lo meramente anecdótico entre dos especies del mundo animal. Esa atracción casi primaria de nuestros pequeños, ante la posible cría de un lepidóptero que se dedica a atiborrarse de hojas de morera, es el resumen de siglos de asociación entre dos especies separadas evolutivamente. En nuestra cotidianeidad, ya muy desnaturalizada, las relaciones que el hombre establece con los animales tienen como finalidad la obtención de algún beneficio para el mismo, si desaparece el objeto de rendimiento, desaparece su utilidad.

Así este insecto que desde la Edad Media había servido de sustento a generaciones y generaciones de personas, hoy no es más que una mascota que hace las delicias de algunos pocos infantes. Porque hasta en esto, la cosa ha ido a menos… ¿Pero por ello debemos dejar que se disipe un patrimonio vivo que fue fruto de la selección de nuestros ancestros?

Un patrimonio que se resume en un vermiforme, pero que lleva aparejado un conjunto de conocimientos que crean un campo semántico propio, el de de la Sericicultura, como lengua propia de España, con sus diversidades culturales y acentos; porque al fin y al cabo, todo el territorio peninsular se dedicó en mayor o menor medida a la producción de seda. Donde cada región poseía su raza, o se dedicaban a la extracción de una seda diferente con la que competir… Hay quien piensa que la epizootia de pebrina de finales del s. XIX dio al traste con esta práctica secular, pero somos unos cuantos los que no pensamos así; sirva de ejemplo que año tras año nuestros socios conservadores alimentan una nueva generación de alguna de esas líneas que un erudito extranjero se dedicó a catalogar.

Decidimos desempolvar antiguos libros y releer sus escritos. Pensamos reformular conceptos anclados en el tiempo y dotarlos de nuevo significado… Hay un término que aparece en ciertos contratos relacionados con el trato y cría de seda en los recién conquistados territorios del Reino Nazarí (s. XVI), que alude a las asociaciones o arrendamientos para cría del gusano, “Xariquerías”. De cierta manera, para nosotros esta palabra ha vuelto a la circulación.

¿No somos acaso una asociación de personas que dedican su poco tiempo a criar gusanos? Pero hay un detalle que otorga un nuevo matiz, nuestros fines son únicamente conservacionistas.

Preservamos para que los españoles de mañana puedan sentirse orgullosos de su pasado y puedan recordar que hubo un tiempo en el que reyes y señores de media Europa compitieron por vestir tejidos que decían Spaniscum, bellas sedas doradas provenientes de Al-Ándalus.

Hoy ponemos la primera piedra para recuperar un trocito de aquel esplendor, quizá mañana alguien reconozca la importancia de una simple caja de zapatos.

Francisco Javier Jurado Torres

Presidente de la AERCEGSA

aercegsablog.blogspot.com

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