BAROCORIA

LA CAÍDA NATURAL

Soplaba tanto viento anteayer en Salamanca que las urracas para volar sólo tenían que abrir las alas.

El pasto estaba alto y blanquecino y, bajo las encinas, empezaban a caer las bellotas por su propio peso, que ha llegado el momento de la barocoria, cuando es más fuerte la atracción por la tierra que por la rama. Estas bellotas sanas que caen de aquí a noviembre se llaman segunderas o martinencas, apunta Antonio Morcuende en su cuaderno de campo, y se alejan muy poco, a no ser que la encina esté sobre una pendiente. Hay otros métodos de dispersión más espectáculares, ejemplos de zoocoria, como el de la liebre que lleva, a toda velocidad, hasta dieciséis semillas distintas enganchadas en su pelo, o las semillas del barro que tienen las suelas. Los hombres obtendrían todas las flores de los caminos por los que andan si cultivaran el barro de sus zapatos.

Pero a mí me gusta esta diseminación sin intermediarios, ni hombres, ni viento, ni pájaros, sólo por la gravedad de la Tierra: barocoria. Si se pronuncia en voz alta da un sonido tan discreto como el caer de las semillas en este instante.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 11-10-2004

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