LUGAR DE LA VIDA
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
FRANK LLOYD WRIGHT
ABC, 18-12-2004
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
FRANK LLOYD WRIGHT
ABC, 18-12-2004
Ya se transparenta /
al Sol /
la semilla de la uva /
albariño./
Llegó la hora de dar /
vino, /
o vida.
Buenos días,
Mónica
FOTO: @aceytunos en Instagram
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Tengo que escribir un artículo sobre lo que vimos y probamos ayer.
Mientras, os dejo algunos artículos de los que hasta ahora escribí sobre las aves y la vendimia.
Muchas gracias.
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VINO Y ROSAS
Los días se están acortando por las tardes y, por las mañanas, empieza a comérselos la noche.
Las rosas florecen con menos fuerza y el vino está ya en la uva que negrea y mulatea y se oscurece como los días. Todavía hace sol y los rayos atraviesan las hojas de la parra y le sacan algo de aroma y huele a moscatel aunque no haya empezado la vendimia. Dos mirlos pasan la mañana comiendo uvas. Se sostienen gracias a los alambres del emparrado y pican los racimos. Algunas uvas caen en la mesa y bajan a comerlas. Se las sirve la gravedad en bandeja. Al igual que hacen con las manzanas, que las dejan tiradas a medio comer y con la huella de la medialuna del pico, dejan todo el hollejo de la uva y se comen la mitad de la pulpa y se llevan algunas semillas volando en el estómago. Las diseminan por la orilla del río y de ellas nacen esas parras silvestres de los sotos que se llaman labruscas.
Las ramas del año que son los sarmientos, y que parece que tienen siglos, ya no se desangran como en primavera cuando hacen charcos de savia dulce y clara en el suelo si se tronzan. Los perros los muerden para beber esta agua de las cepas. Pero ahora toda el agua está en la uva y los sarmientos se han vuelto secos y ásperos como las manos de un campesino. Cuando los queme, darán un humo dulce.
Empieza el equinoccio de otoño en el que los días se igualan en duración con las noches en todas las latitudes de la Tierra. Doce horas de día y doce de oscuridad. Para cambiarle la dirección a esta luz, habría que ir al otro lado del mundo.
Empieza la mañana y empieza como termina, el sol rojo y, el cielo y las nubes, rosas como el vino.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 14-9-2007
aceytuno.com
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LA PERDIZ Y LA TORMENTA
Vendrán los estorninos a por la racima. Y traerán a los viñedos riojanos todos los sonidos de Europa: desde el ronquido de un tractor al murmullo metálico de una máquina de coser, si es eso lo primero que oyeron del mundo. No hay pájaro que imite y transporte mejor los ruidos.
Pero lo que había ayer por la mañana bajo el paraguas de las pámpanas y las uvas, era mucha perdiz común, también llamada perdiz roja. Desde Santo Domingo de la Calzada, el campeón europeo de cetrería, Fernando Zorzano, cree que éste será un buen otoño de perdiz ya que existe una relación muy clara entre la perdiz y la tormenta: los veranos poco tormentosos como el de este año, dan más perdices. Parece que lo que influye no es que se puedan mojar las puestas, sino la tormenta, aunque sea seca, y está comprobado que hay menos perdices tomando baños de tierra cuantos más rayos y truenos vengan del cielo.
Esto no atañe a esas perdices que sueltan los más indignos cazadores y que son perdices que jamás incuban los huevos, haga sol, granice, llueva, truene o escarche.
Para cuando se desperdiguen tras las perdices los cazadores, no quedarán en los viñedos más que redrojos, cencerrones, racimos de uvas que no se vendimiaron; y entonces llegarán los estorninos a por esta racima, vaya usted a saber con qué ruidos de Europa en el pico.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 24-9-2001
aceytuno.com
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LA DISCULPA DEL VIÑEDO
Hace días que las palomas torcaces no zurean, sólo se van volando cuando llegan de mañana los vendimiadores. Según Juan Antonio Bonilla, casi doscientos mil kilos de racimos llevan ya recogidos en los viñedos del Contino, en la rioja alavesa, donde ayer, domingo, vendimiaron envueltos en un poco de neblina del Ebro mientras se comían las uvas los primeros estorninos pintos.
De estos pájaros se cuentan sólo unos pocos si las hojas de las viñas están aún verdes, pero cuando las pámpanas descubran dentro de unas semanas los rojos y amarillos que dan al aire esa luz que sólo existe donde hay viñedos, los estorninos serán ya miles volando como uno sólo, el nubarrón más negro del cielo, catarata de plumas y de cantos que caerá sobre las racimas: las uvas que salen de las segundas flores de la primavera.
El estornino es capaz de imitar, en una misma estrofa, varios ruidos: desde el cacarear de una gallina al silbido de un vendimiador, y hasta los quejidos de los cestos llenos de racimos. Pero el sonido más singular que se oirá hoy en los campos, será el de las torcaces mudas cuando, al levantar el vuelo, tras robar unas uvas, den esos aletazos que parecen en el aire el rumor de una disculpa.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, Lunes 25-9-2000
aceytuno.com