SALMONES

BAJAN LOS ZANCADOS

Con la última luna llena de enero, trescientos salmones del Bidasoa, realizaron la freza: la puesta de unos huevos que parecen perlas transparentes anaranjadas sobre un surco hecho en la grava como un nido.

De estos huevos acaban de salir unos peces muy pequeños y con manchas rojas que se llaman pintos y que ayer nadaban, bajo un cielo nublado, por los regatos que hay a la altura de Vera de Bidasoa, en Navarra. Con el paso del tiempo y del agua, irán cambiando su aspecto y su nombre: se volverán plateados, y en sus flancos aparecerán las primeras manchas negras y, entonces, los pintos se llamarán esguines. Ya en el mar, los esguines se vuelven salmones -Salmo salar – de dorso azul, o verde, mientras engordan comiendo krill como ballenas, y donde el olfato les lleva a distinguir, disuelto en el mar, un sabor hecho de agua dulce de grava y de vida, y a remontar la corriente con el olor de su río en la memoria. Sólo si pierden el olfato, se desorientan los salmones.

Los que desovaron con la última luna llena, están flacos y sin fuerzas, y se podrán ver hoy arrastrados por el Bidasoa: se llaman zancados: son esos salmones que van perdiendo la vida con el sabor dulce, ay, de no haber errado el camino.

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