LA MOSCA CERNIDORA

LA MOSCA CERNIDORA

El fuerte viento ha barrido las moscas.

Pero así como se ven por el suelo las primeras hojas secas de las parras que tanto gustan al ganado porque tienen ya el dulzor triste del vino, nadie sabe adónde van a parar las moscas cuando sopla el viento de esta manera. Es un viento cálido, al menos en Galicia, que viene desde el Sur, cálido y muy seco, éste que barre las moscas de vuelo errático pero que deja en el aire a otras moscas que se ciernen en formación bajo la sombra del arce; ocho, nueve, diez moscas que asaltan la vista porque vuelan, inmóviles, a la altura de los ojos y, aunque pequeñas, vemos su cuerpo suspendido y si el mosquito hembra bate las alas 500 veces por segundo, y de ahí su zumbido, la mosca cernidora le supera y no se oye ruido alguno, ni se ven las alas, sólo un insecto que sube y que baja, que vuela hacia atrás y hacia delante, trazando una cruz en el aire cuando todas las vulgares moscas han sido barridas.

Es la mosca cernidora de la grosella -Syrphus ribesi- y de otras plantas del bosque a las puertas del otoño.

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