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Como si fuera imposible que los días fueran tan seguidos, no se parece en nada este día al de ayer, cuando vi a esta mirla entre las ramas del ciruelo japonés florecido.

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Como si fuera imposible que los días fueran tan seguidos, no se parece en nada este día al de ayer, cuando vi a esta mirla entre las ramas del ciruelo japonés florecido.

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Buenos días. Como si fuera imposible que los días fueran tan seguidos, no se parece en nada este día al de ayer, cuando vi a esta mirla entre las ramas del ciruelo japonés florecido.

En lo único en que son iguales, es en la caída de los delicadísimos pétalos blancos, ayer con la brisa, hoy con el viento y la lluvia. Caen como las hojas en otoño, enseñando el haz y el envés en la caída, pero, al ser tan finos, se adhieren como una membrana, o un papel que se ha mojado, allí donde caen, sobre la hierba o una roca, de donde ya se despegan rotos como alas viejas de mariposas.

Feliz día y hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

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