8 Y 10 del Miércoles 22 de Octubre de 2008

Mientras llevaba hace un momento a mi hijo pequeño a la parada del autobús, ha cruzado una musaraña por delante de la luz de los faros del coche.

8 Y 10 del Miércoles 22 de Octubre de 2008

Mientras llevaba hace un momento a mi hijo pequeño a la parada del autobús, ha cruzado una musaraña por delante de la luz de los faros del coche.

Al principio, creí que era un sapo o una rana, alguno de esos anfibios que hace años se veían por aquí muchísimo en las carreteras cuando llovía y que ahora ya ni se les oye cantar en verano.

Pero hoy no llueve, está despejándose, aún de noche, el cielo estrellado, y lo que pasó por delante del coche era una musaraña, diminuta, con ese hocico que tiene en punta y con el que atrapa insectos.

Es difícil ver los animales, sino fuera por los indicios que nos dejan. El fin de semana pasado, apenas vi entre la maleza un conejo, y sin embargo estaba todo el campo lleno de su presencia, en las sendas, en las letrinas que va dejando para marcar el terreno y donde medran a su alrededor las plantas nitrófilas, o en esta madriguera con la tierra excavada a la salida y, sobre ella, sus excrementos, más pequeños que los de la liebre.

También los zorros construyen una hura parecida, que en principio es pequeña, y dejan a su vez los restos de la excavación en abanico a la salida de la zorrera. Pero qué pocas veces vemos un zorro. Para cuando nos damos cuenta de lo que era, se ha ido.

Que no se nos vaya también este día. Hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

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