Ha llovido tanto, y hay tanto arroyo nuevo de agua pura, que pudimos observar ayer, a lo largo de varios metros, esta puesta de sapo.

Mónica Fernández-Aceytuno

Ha llovido tanto, y hay tanto arroyo nuevo de agua pura, que pudimos observar ayer, a lo largo de varios metros, esta puesta de sapo.

Mónica Fernández-Aceytuno

Ha llovido tanto, y hay tanto arroyo nuevo de agua pura, que pudimos observar ayer, a lo largo de varios metros, esta puesta de sapo.

Según me contó en una ocasión el profesor Lizana, herpetólogo, la puesta del sapo común (Bufo bufo) consiste en siete mil huevos distribuidos en dos cordones de varios metros de longitud flotando en el agua, o enredados a la vegetación como un rosario.

Resultaba muy curioso observar este diminuto arroyo donde los huevos no eran llevados por la corriente porque se agarraban a los guijarros, sobre un fondo arenoso tan claro que era imposible no ver los cordones de la puesta oscura, a lo largo de varios metros del diminuto cauce, en ocasiones dibujando formas curiosas que me recordaron a los símbolos celtas, o los brazos de una estrella marina.

Y todo bajo un sol maravilloso, por las faldas de la Sierra de Guadarrama, en Bustarviejo.

Buen domingo,

Mónica

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