La última vez que estuve en el Instituto de Investigaciones Agrarias de Bersheva, en pleno desierto del Negev, me contaron que estaban intentando domesticar la chumbera para convertirla en un frutal convencional.
Joaquín
Joaquín
El dicho cobra fuerza ante esta brutal agresión a la naturaleza y a la sensibilidad. Amores de “humanos” que matan lo que no hace sino proporcionar placer, armonía, equilibrio, sombra fresca en verano, compañía en la ruidosa ciudad.
Pero eso es lo de menos, se trata de dejar huella del paso del “Homo…¿sapiens?”
¡Qué pena!
Saludos,
Tatiana.