Por la noche, estuvimos contemplando la luna con el telescopio terrestre. Luna de agosto, con sus cráteres perfectos, se veía blanquísima

Por la noche, estuvimos contemplando la luna con el telescopio terrestre. Luna de agosto, con sus cráteres perfectos, se veía blanquísima

Por la noche, estuvimos contemplando la luna con el telescopio terrestre. Luna de agosto, con sus cráteres perfectos, se veía blanquísima, muy brillante, con una sombra en un polo, la incipiente sombra de la Tierra.

Pilar López

LUNA DE AGOSTO

A estas alturas del verano, poco queda ya en los huertos, algunos tomates, berenjenas y calabacines recoge todavía mi padre, y patatas.

Han crecido por todas partes, aprovechando el agua de riego, los cenizos, y también una planta de pequeñas flores blancas con forma de estrella. Se trata de la hierba mora (Solanum nigrum), que contiene solanina en el tallo y en las hojas, un glucoalcaloide que tiene propiedades analgésicas y sedantes, así como depresivas, pudiendo producir parálisis en las terminaciones de los nervios sensitivos y motores (según Alonso Pizarro en su obra Plantas medicinales en Extremadura). La solanina no se encuentra, sin embargo, en los frutos maduros negros, puede que por eso una araña cangrejo que observé se estaba comiendo parte de uno.

Sobre algunas plantas se posaban la otra tarde, que fue calurosa como si fuera a haber tormenta, multitud de libélulas y desplegaban sus alas para que les diera el sol. Me miraban con sus grandes ojos mientras les hacía una foto y giraban la cabeza, se limpiaban las antenas y seguían soleándose.

En el rastrojo de la avena encontré la muda de un saltamontes. Estaba perfecta, completa y lucía blanquísima entre la paja seca. La recogí y la he guardado como si fuera un tesoro para enseñársela a mis alumnos cuando les explique cómo mudan la piel los animales que tienen exoesqueleto. Una imagen vale más que mil palabras.

Por la noche, estuvimos contemplando la luna con el telescopio terrestre. Luna de agosto, con sus cráteres perfectos, se veía blanquísima, muy brillante, con una sombra en un polo, la incipiente sombra de la Tierra. Parecía toda ella como un regalo recién abierto, sin estrenar. También se veía Marte, como una estrella muy brillante, la más brillante en el cielo de este verano. Al enfocarlo con el telescopio parecía un “globo rosado”, así lo describió mi hijo mayor.

Nos despedimos de la noche confiando en que San Lorenzo nos deje ver sus lágrimas en esta semana que comienza.

Un cordial saludo.

Pilar López.

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