Había tanto mar en movimiento que hubiera jurado que estaba quieto.

MF-A

Había tanto mar en movimiento que hubiera jurado que estaba quieto.

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Hasta allí no llegaba el olor de la bruma salada. Ni siquiera nos salpicaban esas gotas de agua con las que viven las lapas que llevan hasta el límite su relación con las mareas. El acantilado del faro, ¿cuántos metros tendría?, no lo sé, pero desde allí todo era mar y todo era cielo, mientras pisábamos sin querer flores de otoño, cólquicos recién salidos de la tierra verde, del pasto de las alturas.

Yo miraba el mar, y mi marido me miraba a mí, preocupado. Quizá no se ven desde aquí. Quizá ya han pasado. Estas palabras pronunciadas a mi lado parecían llegar desde muy lejos, o más bien parecían irse, como si el viento se las lllevara a otra parte, como si el viento quisiera librarme de oirlas. Quizá ya han pasado. Pero yo no escuchaba, sólo oía una voz oreada, y vigilaba el mar por si los alcatraces estuvieran volando en ese momento a ras de las olas, justo por encima de los borregos, la espuma blanca que tienen las crestas antes de romperse. Desde aquí, parecían olas detenidas, y su espuma, trazos petrificados de pintura blanca, como ésos que se quedan siempre y para siempre, por mucho cuidado que pongas, en los marcos de las ventanas de madera, o en una puerta, después de pintar las paredes de blanco. Había tanto mar en movimiento que hubiera jurado que estaba quieto…Leer más de mi artículo LO QUE IMAGINÉ

Buen fin de semana,

Mónica Fernández-Aceytuno

@aceytuno en Twitter

FOTO DE ARCHIVO: Océano (Octubre, 2012)

AUTORA: MF-A

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Pincha aquí para ver la preciosa foto de un alcatraz fotografiado por Raymond Barlow

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