Los sonidos de la noche en la loma haitiana son los más bellos que he escuchado en la naturaleza. Durante toda la noche, anfibios, insectos y aves emitieron extraños, melodiosos y rítmicos sonidos.

Los sonidos de la noche en la loma haitiana son los más bellos que he escuchado en la naturaleza. Durante toda la noche, anfibios, insectos y aves emitieron extraños, melodiosos y rítmicos sonidos.

Los sonidos de la noche en la loma haitiana son los más bellos que he escuchado en la naturaleza. Durante toda la noche, anfibios, insectos y aves emitieron extraños, melodiosos y rítmicos sonidos. Ni un solo instante estuvo la loma en silencio. Fue algo inolvidable.

Pilar López

Hace doce años estuve en Haití.

Ya entonces Puerto Príncipe me pareció la ciudad más destartalada y caótica que había visto en mi vida. Exceptuando la zona adyacente al palacio presidencial, el resto de la ciudad parecía un suburbio, y las casas de bloques de hormigón se extendían por las laderas cercanas. Las personas se hacinaban en los camiones de transporte de mercancías; las mujeres vendían unas pocas piezas de pescado sobre un sombrero vuelto del revés en la misma calle y se apartaban un poco si pasaba algún vehículo; los niños nos llamaban americanas y ponían la mano para que les diésemos algo, un caramelo, con suerte una moneda.

Circunstancias adversas hicieron que tuviéramos que pasar una noche en plena loma haitiana, sin más techo que el de las estrellas, casi en completa oscuridad pues no había ni luna.

Esta noche la recordaré toda mi vida. No sólo porque fue una mala noche, no pegamos ojo, teníamos miedo y una pulga (todavía quiero pensar que fue una pulga) me dejó un recuerdo poco grato de su paso por mi cuerpo. Sino por los sonidos.

Los sonidos de la noche en la loma haitiana son los más bellos que he escuchado en la naturaleza. Durante toda la noche, anfibios, insectos y aves emitieron extraños, melodiosos y rítmicos sonidos. Ni un solo instante estuvo la loma en silencio. Fue algo inolvidable.

Cuando se hizo de día y el sol comenzó a iluminar el lugar en el que habíamos pasado la noche, no dejé de sorprenderme, pues estábamos en lo más alto de una loma (así llaman a los montes) y a lo lejos se veía el mar. Mar Caribe, verde y azul.

Recuerdo ahora con tristeza la belleza de Haití, el país más pobre de América Latina. Su naturaleza exuberante.

Hoy un paraíso en ruinas, perdido en medio de la nada.

Un paraíso que no podré olvidar.

Un cordial saludo.

Pilar López.

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