A pesar de todo el cuidado que se ponga, un repentino e inesperado cambio en la dirección del viento puede tostar los olivos.
Joaquín
Joaquín
Buenas de nuevo. Ayer salí al mar y cuando ya estábamos navegando, nos dimos cuenta de que llevábamos el bote lleno de gorgojos.
Buenas de nuevo. Ayer salí al mar y cuando ya estábamos navegando, nos dimos cuenta de que llevábamos el bote lleno de gorgojos.
Se sujetaban a la regala, contra el viento, con una suerte de entre ventosas y garfios que tienen en las patas y que recuerdan a los que salen de los tallos de la hiedra y con los que se agarran a las fachadas con tal fuerza que, si la desprendes, te llevas la pintura sobre la que se posaron.
De hecho, costaba desincrustar al gorgojo, ya de la madera, ya de la fibra blanca, y después lo lanzabas al mar y entonces abría cuatro alas y salía, diminuto, volando, y se perdía en la vista entre las olas.
Se diría que el mar se hizo solo para los peces y los mamíferos y las aves, pero sobre la superficie marina resulta frecuente ver insectos, mariposas que cruzan los océanos, abejorros que se dirigen hacia las flores de algún islote, o estos gorgojos taladradores que vuelan sobre el mar, de barco en barco.
O que dan la vuelta al mundo como polizones. Dicen que algunos, silenciosos, en la madera de los instrumentos musicales.
Que pasen un buen día,
Mónica Fernández-Aceytuno
La foto de portada de hoy es un Águila Real y nos la ha enviado Pilar López con su crónica:
Y si lo desea:
VEA PINCHANDO AQUÍ AL GORGOJO DE LOS BARCOS, AYER POR LA TARDE
Y más sobre el sur, esta vez desde Italia:
UN NATURALISTA POR EL SUR DE ITALIA, POR JUAN CARLOS DELGADO EXPÓSITO
Y desde el campo andaluz:
Y además,
