A mi me conocen por aquí de diversas maneras léase: “El de los pájaros”, “El tío de los bichos” o “El de las culebras”.

     Crónica de Juan Carlos Delgado Expósito

A mi me conocen por aquí de diversas maneras léase: “El de los pájaros”, “El tío de los bichos” o “El de las culebras”.

Crónica de Juan Carlos Delgado Expósito

A mi me conocen por aquí de diversas maneras léase: “El de los pájaros”, “El tío de los bichos” o “El de las culebras”.

Crónica de J.C.Delgado Expósito

LAS CULEBRAS URBANAS

Vivir en una población como Fregenal de la Sierra ( 5.500 habitantes), y ser naturalista conlleva ganarse diferentes apodos o motes, según queramos llamarlos. A mi me conocen por aquí de diversas maneras léase: “El de los pájaros”, “El tío de los bichos” o “El de las culebras”, a mi personalmente no me molesta. Más al contrario me hace sentirme incluso bien. Pero de lo que quiero hablarles hoy es de las culebras, pues precisamente por mi afición a los “bichos”, en esta época de verano es frecuente aun encontrar en algunas casas alguna que otra culebra, y claro para sacarla de la vivienda, ¿A quién van a llamar?, al de las culebras. Normalmente cuando recibo la llamada, el vecino de turno siempre me pone sobre aviso de que el reptil en cuestión es enorme o es de esas bichas venenosas. Recuerdo una de las últimas actuaciones que tuve que realizar. Sobre las tres y media de la tarde y aun con la comida en la boca, recibo la llamada de una vecina muy excitada y nerviosa a la que apenas entendía nada de lo que me decía, cuando conseguí que se tranquilizara un poco me dijo que en su casa había entrado una culebra y me pedía que por favor me presentara allí para buscarla, pues nadie se atrevía a entrar en la casa.

Cuando llegué la calle parecía una feria, mujeres y hombres alborotados de un lado a otro, cada uno exponiendo sus correspondientes comentarios; después de informarme de por donde había entrado y al llegar a la puerta de la casa, la bicha no había sido vista ni entrar ni salir del zaguán de la casa así que cerré la puerta del portón y dejé la puerta de la calle abierta. Allí en el rincón izquierdo había un macetero antiguo que soportaba una gran aspidistra, por aquí se llaman pilistras, así que supuse que la culebra se habría refugiado allí asustada por el barullo de la gente, pero no se encontraba entre las hojas de la planta como pensé, así que decidí coger el paraguas y al abrirlo cayo la bicha que no era otra cosa que una culebra de herradura y que por aquí llaman alicante, y que los paisanos tienen por una especie muy venenosa, cosa que no es cierta. Así que la cogí ante el gran griterío y la expectación de los asistentes, que eran ya más de veinte, y la metí en una bolsa para llevármela de allí, pero un ganadero de la zona que pasaba me la pidió para soltarla en su granero y controlar así los roedores.

La señora no sabía como agradecerme el trabajo prestado, así que a los pocos días me hizo llegar a casa una botella de vino de la Tierra de Barros.

La foto que ven pertenece sin embargo a otro ejemplar de culebra en este caso una Culebra lisa meridional (Coronella girondica) que atrapé en una dehesa de la zona, se trata de una especie que no había observado nunca por aquí, así que es un dato interesante para la herpetofauna del lugar. Es una especie totalmente inofensiva, y pude fotografiarla perfectamente sujetándola en una mano y en la otra la cámara. Inmediatamente fue puesta en libertad.

J. Carlos Delgado Expósito

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