“Cuando emite sus siseos irremediablemente nos hace volver la cabeza, pensando que alguien nos está llamando la atención, es el sonido característico en estas noches de verano.” De la crónica de Juan Carlos Delgado Expósito.

“Cuando emite sus siseos irremediablemente nos hace volver la cabeza, pensando que alguien nos está llamando la atención, es el sonido característico en estas noches de verano.” De la crónica de Juan Carlos Delgado Expósito.

“Cuando emite sus siseos irremediablemente nos hace volver la cabeza, pensando que alguien nos está llamando la atención, es el sonido característico en estas noches de verano.” De la crónica de Juan Carlos Delgado Expósito.

LA DIOSA DE LA NOCHE: LA LECHUZA

En estas noches veraniegas, cuando aun el calor se deja sentir en nuestras casas, salir a pasear por las calles de los pueblos extremeños, se puede considerar un lujo para el naturalista o para cualquier persona curiosa, que para el caso es lo mismo. Las salamanquesas se arremolinan entorno a la luz de las farolas al acecho de los insectos atraídos por las luces. Aun en algunas calles, ya en las menos, hay vecinos que se sientan al fresco, en la puerta de sus casas, donde se entablan todo tipo de conversaciones y si pasas por esa calle ya tienen otro tema de conversación, algo típico del ser humano. Pero hay algo que nos llama la atención cuando pasamos cerca de alguna de nuestras iglesias o cualquier edificio antiguo, es la silueta blanca, en vuelo de la lechuza, conocida en los pueblos extremeños como “Coruja”. Cuando emite sus siseos irremediablemente nos hace volver la cabeza, pensando que alguien nos está llamando la atención, es el sonido característico en estas noches de verano.

La diosa de la noche, en nuestros apacibles pueblos del Sur, pone la nota mágica en la trama de la naturaleza nocturna. Estas aves que son unos verdaderos controladores de roedores, de insectos y de aves que proliferan en nuestras zonas urbanas y aledaños, no han sido bien vistas por el hombre, en tiempos que atrás quedaron. Desde tiempos remotos las rapaces nocturnas han sido vistas como aves de mal agüero. Cuando la lechuza sobrevolaba por encima de las casas se pensaba que la muerte rondaba el lugar. Pero más gracioso aun es la creencia de que las lechuzas podían beberse el aceite de las lámparas de las iglesias y otros lugares sagrados, como los cementerios. Existe un dicho por estas tierras que dice: “Te gusta más el aceite que a las corujas”. Pero todos sabemos que el aceite, en aquellas épocas de escasez y penurias desaparecía a manos de sacristanes, monaguillos y otros pilluelos, que no tenían otra cosa para llevarse a la boca. En las fábulas literarias de Tomás de Iriarte, en el siglo XVIII, se dice en la que lleva por titulo La Lechuza:

“Lámpara, con qué deleite te chupara yo el aceite, si tu luz no me ofendiera. Más ya que ahora no puedo, porque estás bien atizada, si otra vez te hallo apagada, sabré, perdiéndote el miedo, darme una buena panzada”.

Pero lejos de estos maravillosos versos, recuerden ustedes, queridos amigos, que las corujas como les decía antes son grandes consumidoras de animales dañinos, y por tanto debemos respetarlas, además de por su belleza sin igual, su canto a la noche y su vuelo mágico. ¡Quién pudiera ser lechuza para poder cotillear desde lo alto, lo que ocurre en nuestras calles, y en nuestros tejados y ser amiga de los gatos, y de las salamanquesas y de todas las criaturas de la noche. Felices sueños.

Juan Carlos Delgado Expósito

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.