Con esta carta que un estimado lector nos escribe desde su cortijo andaluz, inauguramos este Tablón de los Lectores.

Y escribe:

“Hace una semana le daba una información sobre la capacidad de las perdices para predecir la lluvia. Aunque entonces todas las previsiones meteorológicas anunciaban agua la realidad es que las tan deseadas lluvias no llegaban. El barómetro estaba altísimo y el fuerte viento de levante no nos abandonaba. Yo estaba muy pesimista. Pero en una visita por un olivar plantado hace más de doscientos años por un marino que regresó al campo tras la derrota de Trafalgar espanté una collera de perdices que estaban posadas en un olivo. Seguí andando y unos minutos después levanté otra collera. Volví al cortijo. Dos horas después, sin bajar el barómetro ni retirarse el levante, empezó a llover.

¿Por qué las perdices se suben a los olivos cuando creen que va a llover?. Me acordé de un fandango de Huelva: “A un arroyuelo a beber/ ví bajar a una paloma./ Por no mojarse la cola/ levantó el vuelo y se fué./ Qué paloma tan señora”. ¿Les molestará a las perdices, tan señoras ellas, manchar de barro sus preciosas patitas rojas?.

Otro día le contaré alguna otra forma en la que los animales pronostican un cambio de tiempo. Quizás el más extraño, por inesperado, es el de las coquinas en las playas de Huelva.

Saludos cordiales.”

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