INESPERADOS GRILLOS

En un campo recién arado, como aran las tormentas a los mares, que dejan crestas que en la tierra no son blancas de espuma sino verdes de ricial verde en su terrón, a la deriva, desarraigado; en un campo recién arado, comenzaron a cantar los grillos.

El camino, los pastos, el cielo, las nubes, el frío, permanecían tan silenciosos como si dentro de ellos no viviera otra cosa que una suerte de oídos, y se quedaban detenidos, a la escucha el camino, los pastos, el cielo, las nubes, el frío, de este clamor inesperado de grillos, humeando del campo arado.

Aunque estridulen todos juntos, cada grillo tiene vocación de solista, como un ruiseñor, o un petirrojo, y su canto posee sólo dos significados: o de llamada sexual, o de marcaje del territorio.

Cuando se abren surcos en el campo, se rompen las galerías de los grillos y se produce un fenómeno de reorganización, aunque sea de día, aunque haga frío, de los grillos con sus estridular volviéndose a repartir la tierra.

El campo es hoy un edredón de retales donde, más que colores, hay sonidos, campos que suenan y campos que están callados.

Mónica Fernández-Aceytuno

www.aceytuno.com

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