Fe de errores

Con una tipografía pequeña y delgada, que es un escribir en voz baja, se da cuenta en la «Fe de errores» de los fallos que nos hacen más humanos, es decir: mejores.
No hay noticia más acertada en un periódico que la fe de errores incluso aunque, al corregir, volvamos a equivocarnos.
Y como aquí aspiramos a la excelencia, que es la marca de esta Casa, quiero hoy escribir mi fe de errores.
Tengo que confesar que llamé procariota, es decir, organismo con el material genético sin estar delimitado por un núcleo, a las algas que son las diatomeas, y agradezco a José Luís Pérez Chiscano que me recordara que son eucariotas, al tener núcleo.
También ha sido un error que hablara yo aquí de política, que hasta mi hijo me reprochó: «¿es que no hay nadie bueno en el Gobierno?», así que tengo que consignar que me gusta el ministro de Cultura, que parece cien y no uno, de lo que trabaja, y también me parece inteligente y discreta la ministra de Agricultura cuando me la encuentro en el avión volando hacia Santiago de Compostela.
Pero es un error que yo escriba de estas cosas mientras están los estorninos pintos posados en las ramas que estoy viendo, con esos picos que abren a modo de tijera y su imitación de todos los cantos del verano y del invierno.
Ha sido un error no traer aquí más palabras del mar y del campo, para que vivan, para que sigan viviendo. Sacarlas más a pasear para fijarlas en el papel de esta página. Y escribir todas en las que aún no se ha fijado el Diccionario: brinzal, acícula, columela.
Todas las palabras de la vida por las que yo vivo.
Feliz Año. Felices aciertos. Felices errores. Feliz vida.

Mónica Fernández-Aceytuno
Columna de contraportada de ABC el 31-12-2007
aceytuno.com

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