Nunca he vivido en un puerto de mar. Nací entre…
Erizos por el pasto
Lo que más me sorprende del erizo son sus pies y sus manos, y esa suerte de bufido que hacen cuando andan de noche por el pasto.
Por los ladridos de mi perra sé que hay un erizo por el campo aunque no lo vea.
Se desespera con su forma pasiva de defenderse.
Como un lobo a la luna, le ladra de manera incansable, mientas el erizo sigue dentro de su universo de púas.
Así es como ha llegado el erizo a nuestro días.
Sin hacer nada, quedándose quieto ante el peligro.
Algo que ya no le sirve en las carreteras, donde pierden la vida con frecuencia los erizos, con la velocidad de los coches.
Es estos días de finales del verano es cuando más andarines se vuelven, buscando los frutos del otoño, que han empezado a caer al suelo.
Buenos días queridos lectores de la Naturaleza,
Mónica