BUITRES

PARRAMEROS EN GRAZALEMA

Han empezado a amarillear los robles andaluces, los quejigos, junto a los pinsapares por los que se filtra, a la ocho de la tarde, la berrea de los venados.

José Melchor, que por prescripción facultativa da un paseo a esa hora hacia el pinsapar desde Zahara de la sierra, asegura que también es el momento en el que en la sierra de Grazalema se despegan de sus padres los pollos de buitre leonado, y al no haber o no saber encontrar el alimento, caen desde el cielo, exhaustos y solos. En ocasiones, nadie los ve a tiempo, y sólo aparecen sus restos y entonces la gente de la sierra dice que ha visto un parramero de buitre, que es la palabra secular que designa los restos de un animal -ya sean los huesos o las plumas- que cayó en ese punto de la tierra. Lejos de morir, la palabra parramero sigue vivísima, pues la han adoptado también los científicos.

Un poeta portugués llamado Joaquim Palma, ha escrito una geografía poética del reino de España, en la que dice: “El camino no era por aquí. El mapa engañó a los ojos sólo para llevar al viajero a los buitres, a las alas poderosas y vulnerables surcando las alturas medias.

¿Qué hace aquí abajo el siglo XXI?”

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 20-9-2004

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