ALIMOCHE

VIENTOS DEL SUROESTE

Cuando llueve y soplan los vientos del suroeste la lluvia es tibia, caliente como un tazón de leche. Después el cielo se despeja y dan ganas de vivir y de morir en el cálido día del invierno: ayer, en el valle de Cabuérniga, en Cantabría, a las nueve de la mañana tenía el aire veinte grados, por los vientos del suroeste.

Desde allí, Jesús Cañas Jiménez cuenta que estos vientos están llenando el aire de pájaros y de flores de cerezo, y que han traído desde África al alimoche, ese buitre que recuerda a la cigüeña, de un negro puro y de un blanco sucio, y que anda como un gallo por el pasto esperando el parto de una oveja; claro que, la primera en llegar es la urraca, y después el grajo y más tarde el alimoche para alimentarse todos de la placenta como un sólo mamífero. Entonces levantan el vuelo y allí abajo, en el bosque, como si todo lo hubieran traído los vientos del suroeste, salen de las ramas cantos recién llegados y hojas verdes de roble y flores blancas de endrino: en mi jardín, sobre unas ramas grises, han dejado estos vientos dos magnolias blancas que parecen dos mariposas de la col a punto de volar hacia el norte.

¿Dónde me llevareís hoy a mí, o cuando muera?, vientos del suroeste.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC,Lunes 12-3-2001

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