salamanquesa.

salamanquesa.

f. Salamanquesa Común (Tarentola mauritanica)

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Ayer al anochecer apareció en la azotea de mi casa esta salamanquesa.

Me hizo una gracia tremenda la manera en la que no se asusta en absoluto porque la observes, siempre que te mantengas a más de un metro de distancia ya que, si te acercas más de la cuenta, se mueve como una lagartija y desaparece para luego dejarse ver de nuevo.

Como he vivido los últimos veinte años en un clima atlántico, me llaman muchísimo la atención todas las especies mediterráneas y africanas como ésta que creo, podría ser una Tarentola mauritanica, ¡viviendo en en pleno centro de Madrid!

Una vez escribí que la vida tiende a caer, pero quizás habría que añadir que llega también tan alto como puede. Por las paredes e incluso por los cristales trepa esta salamanquesa hasta alcanzar una azotea donde, gracias a la luz de la lámpara de mi mesa, comer los insectos que atraiga.

MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO, directora de la Academia de Naturaleza del Diccionario Aceytuno

FOTO: Salamanquesa (Tarentola sp.) al anochecer el 18-9-2013

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Son preciosos todos los nombres que recibe la salamanquesa, según he podido leer, entre otros, pracan, paranquén, dragó, dragonet, y el que más me ha gustado: santorrostro en Extremadura. Todos ellos, para nuestro diccionario de la Naturaleza.

MF-A.

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SALAMANQUESA

Lo más parecido a un dragón que tenemos en la Península Ibérica es la salamanquesa común. Un dragón pequeñito, eso si. Uno de sus nombres vernáculos en el levante peninsular es dragonet (dragoncito). Aunque no escupe fuego, de hecho nunca escupe nada.

 La salamanquesa gusta de vivir en hábitats verticales, como sus pupilas. Se aprovecha de acantilados naturales, de troncos de algunos árboles, pero también y mucho de lo que construimos las personas. Se ocultan y se asoman, como jugando al escondite, en tapias, cortinos y paredes de nuestras casas. Sobre los lienzos de murallas es donde dibuja su silueta levemente espinosa y pinta de distinto tono su cuerpo según le va en la temperatura y en el ánimo.

 En primavera y otoño la salamanquesa se asolea durante el día y en el tórrido verano espera paciente a que a la anochecida encendamos los farolillos de pueblos y ciudades. Con el lubricán ya se prepara para su táctica de acecho. Las polillas y otros insectos atraídos por la luz artificial bordonean alocadamente contra las bombillas y los focos. Entonces la salamanquesa quietecita se convierte en el broche de la tapia de una greguería y vale la pena observarla y esperar y seguir la secuencia veloz de sus movimientos de caza.

  A veces la salamanquesa común vive en simpatría con la salamanquesa rosada y se reparten buenamente el espacio y las presas. Lo triste es que no siempre vive en simpatía con las personas. ¿Cuántas absurdas leyendas han sido causa de su persecución? La salamanquesa ni nos pica, ni nos envenena ni quiere saber nada de nosotros. Será por eso que sienten nuestra cercanía como amenaza y desaparecen entre las grietas en un visto y no visto como trazuma entre las piedras el agua recién brotada de un hontanar.

 La salamanquesa común tiene muchos enemigos, aparte de nosotros. Larga es la lista de aves, mamíferos y reptiles que depredan sobre ella. Por eso puede desprenderse de su cola y no le importa perder parte de su cuerpo si con ello logra salvar el resto. También puede emitir pequeños chillidos por si puede intimidar a su predador. No siempre estas tácticas cumplen su función, pero es ley de la naturaleza que un ser vivo sea la presa de otro. Cuando ves una salamanquesa con la cola muy lisa y regordita es que la perdió y está regenerada. Seguro que tendría una batalla que contarnos si pudiera contarla, al menos nosotros podemos imaginarla.

 La salamanquesa común viaja y ha viajado con nosotros sin querer. En plantas o troncos que llevamos de aquí para allá seguramente dormida en su hibernación para luego despertar donde quiera que la hayamos dejado. Viajar dormido y despertar lejos, como aquellos desplazamientos en vacaciones de niño. Por eso la salamanquesa trae recuerdos de la infancia, de noches de verano cenando al raso junto a paredes con faroles con polillas y con dragones.

FERNANDO BARRACHINA LILLO, académico de la Salamanquesa Común

NOTA: Los académicos y académicas de la Academia de Naturaleza del Diccionario Aceytuno, con el envío a aceytunos@gmail.com de sus definiciones para su publicación en www.aceytuno.com, ceden voluntariamente los derechos de reproducción de sus textos enviados para su publicación y divulgación en www.aceytuno.com por tiempo ilimitado y para el ámbito mundial, no pudiendo utilizarse por terceros dichas definiciones sin el permiso expreso de sus autores o de sus causahabientes.

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