Temporejar

Temporejar

Cuando voy hacia la Biblioteca Nacional, mi oasis, paso por delante de estas glicinias cuyo olor me hace levantar la cabeza como si, igual que a un insecto, me llamaran.

Unos días después, escribí este artículo para ABC, al encontrarme con otra hermosísima palabra en el “Diario de a bordo” de Cristóbal Colón.

Buena semana a todos,

Mónica

TEMPOREJAR

Como se agarran a las rejas esas glicinias que se ven por su olor mientras caminas a ciegas por la calle porque las preocupaciones no te dejan observar lo que te rodea, de esa manera, se me enreda la mirada en algunas palabras, como la que me encontré hace dos días, en el lunes 15 de octubre de 1492, sobre el Diario de Colón que leo para contar cuántas especies nombra. Aparece un verbo para mí nuevo: temporejar. “Había temporejado esta noche con temor de no llegar a tierra a surgir antes de la mañana por no saber si la costa era limpia de bajas, y en amaneciendo cargar velas.” Temporejar: “Mantenerse con poca vela sin alejarse de un punto”. Quizás estoy en la mejor parte del Diario, no sólo porque está lleno de colorido de peces y de árboles “muy disformes de los nuestros”, sino por la curiosidad de saber qué se siente cuando se obtiene un sueño, ese empeño que no nos deja dormir.

Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, sábado 18-4-2015
Aceytuno.com


Glicinias, abril 2015/ Aceytuno

Glicinias, abril 2015/ Aceytuno

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