f. Fuerza de la vida universal envuelta por infinitas formas…
superfetación.
f. Fecundación en una hembra ya preñada. Se da, de manera común, en las liebres, entre otras especies de mamíferos.
El pasado fin de semana hizo sol y frío en la dehesa zamorana de Rubiales y las liebres de la meseta, como casi todos los días secos y soleados, se quedaron encamadas.La liebre ibérica -Lepus granatensis- jamás excava madrigueras y se agazapa en una depresión que se agranda con el uso. El macho tiene su propia cama y pone sus cuartos traseros en la parte más profunda y las orejas levantadas. En cambio, la hembra yace más erguida y las orejas las apoya en los hombros. De ahí que cazadores y gentes del campo cuenten que las liebres que se arrancan con las orejas hacia atrás son hembras y de ahí que el doctor Busto no disparase el domingo a una liebre que tenía encañonada, sólo porque antes de emprender la huida, la liebre agachó las orejas. Pero sólo por las orejas no se puede distinguir en la huida, y de lejos, si la liebre es macho o hembra, afirma Fernando Palacios, investigador del CSIC y experto en liebres. Tampoco las hembras son más valiosas que los machos porque ahora hay reproducción y hay “superfetación”, es decir: las hembras todavía pueden quedar preñadas, aunque ya lo estén, y llevar a buen término los dos embarazos.En estos días de galgos y escopetas, tal vez sería mejor no cazar liebres, aunque sea mucho pedir, aunque sean liebres machos, aunque, al arrancarse, no echen hacia atrás las orejas.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 5-12-1997