SIN PERIÓDICOS

SIN PERIÓDICOS

Auguran el final de la prensa escrita. Me hace gracia. Hasta hace poco, si sucedía algo, ponía la radio. Ahora enciendo el ordenador. Y, como yo, cada día más personas necesitan leer la noticia porque nada acaba de creerse hasta que se ve en letras de molde. En nuestro consciente y subconsciente sabemos que, para escribir, hay que pensar más que para hablar y quizá se acorte hasta casi la inmediatez el tiempo entre lo escrito y lo publicado, pero ese segundo de más en el que se piensa antes de decir algo por escrito valdrá un mundo. Y el papel, como una exquistez, seguirá viviendo y conviviendo con la pantalla porque tocar el papel mientras se lee, como tocar las telas o los muebles, es otra forma de conocimiento.

Lo que está de capa caída es la televisión. Recolectan hoy las cadenas lo que sembraron para la infancia y los niños se han hecho mayores, es decir, consumidores, y no ven la TV. Por eso ahora quieren participar las cadenas en los vídeos de los ordenadores.La otra noche estaba sola en casa con mi hijo pequeño y le dije “vente a la sala, yo veo la tele y tú el ordenador, pero vamos a estar juntos”. Se reía con lo que le escribían sus primos en esa plaza que es la pantalla; empero, de vez en cuando, levantaba la vista.

Con el desayuno pongo los periódicos y ahora no saben mis hijos desayunar sin pasar las hojas de la prensa. Si no la encuentran, peregrinan por la casa como harán mañana por las calles tantas personas igual que si les faltara el aire, el agua, la tierra, ¿pero qué pasa?, ¿hoy no hay prensa?

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Semana Santa de abril de 2007

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