romero.

m. Rosmarinus officinalis.

El romero florece casi todo el año como si los días fueran todos iguales. Da lo mismo que sea otoño que primavera, siempre es posible, como saben los apicultores, encontrar en el romero una flor pero, a la vez, nunca se le ve profusamente florecido, como las retamas que alumbran los montes de amarillo, o los cantuesos de malva, sino que tiene una floración constante y discreta, como quien no quiere ser flor de un día, para brillar en cada rinconcito de las estaciones. Se atribuye a Linneo una observación de la que tengo dudas porque en España no estuvo Linneo sino sus discípulos Löfling, Osbeck y Alströmer. Tengo para mí que podría ser alguno de ellos quien apreció que en España el romero crecía tan abundante que los navegantes percibían su olor “antes de ver tierra”, ya que huelen, todavía hoy, con la maresía. El romero desprende a su vez para la vista un aire un poco triste, deslavazado, como de falta de decisión en sus costumbres, quizás porque nunca sabemos, mirando al romero, si es otoño, al estar siempre verde; o si es verano, al florecer también en invierno. Es el romero una manera de estar en la Tierra, o de irse al otro mundo, con una ramita de romero entre las manos, cuando dejas de esperar la primavera.

Mónica Fernández-Aceytuno

EL VIAJE DEL AGUA

FUNDACIÓN AQUAE

Romero (Rosmarinus officinalis)

Romero (Rosmarinus officinalis)

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