MEDIDA DE LA VIDA

LA MEDIDA DE LA VIDA

El carpintero vino a tomar medidas y se quedó delante del castaño: tiene un buen pié, dijo, ha crecido medio metro; y señaló las ramas nuevas; y nos quedamos mirando el mismo árbol, donde un carpintero ve crecer tablones de las ramas, y yo una buena sombra para dormir la siesta en verano.

Estoy perdiendo el sentido de las medidas, y donde se habla de suelo y de metros cuadrados, sólo veo si hay o no verdadera tierra; esa tierra que se mide en celemines, o en ferrados de trigo, o por los carros de yerba que salen de ella.

Algo parecido me sucedió ayer al salir de Fonseca después de haber consultado una biografía. Bajo un nombre, había entre paréntesis un espacio tan pequeño que parecía un suspiro entre dos fechas, de las que contienen una vida entera. Entonces eché en falta que, al lado, hubiera otro paréntesis, otro suspiro, que diera una idea más exacta de la vida que llevó ese hombre; por ejemplo: (5 alegrías – 2 penas). El cero absoluto se lo llevarían aquellos que viven como sonámbulos, como tierras que no dan nada.

Pero hoy, sobre la tierra más yerma, están volando los jilgueros para comer semillas de cardos; así que, tal vez, no sólo cuenta la forma de medir la vida, sino el orden, y la pena no tiene por qué ser lo último que suceda.

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