Estoy escribiendo afuera y ya está el zorzal, a esta…
Mariposas en la cena
¿Sabías que son miles las especies de mariposas a las que les atraen irremediablemente las luces nocturnas, que incluso llegan a quemarse en la llama de una vela?
Jean Rhys contaba en “Ancho mar de los Sargazos”, novela ambientada en Jamaica, que las mariposas nocturnas, atraídas por la luz en la noche caribeña, se quemaban en la llama de las velas.
Es algo que siempre me ha llamado la atención.
Se conoce que las luces en la noche constituyen una circustancia tan excepcional y tan relativamente nueva sobre la Tierra que las mariposas nocturnas no han tenido tiempo aún de evolucionar y, en su mayoría, siguen cayendo en la trampa.
Los entomólogos tampoco han encontrado todavía un motivo claro que explique por qué las mariposas, siendo nocturnas, se ven tan atraídas por las luces, incluso por la luz de la llama de una vela.
MARIPOSAS EN LA CENA
No hay un motivo que explique por qué les atrae tanto la luz a las mariposas nocturnas.
Es un fenómeno que se describió hace muchos años y que se repite en todas partes todas las noches de verano, pero para el que no hay una explicación clara. Se puede elucubrar que supone un elemento que no es natural en la evolución de estos insectos, por lo que reaccionan de una manera imprevisible y, aunque según el entomólogo Constantí Stefanescu, hay estudios que describen el mecanismo, o qué tipos de luces atraen más, la explicación última todavía se desconoce. Aún así, se podría afirmar que la novedad, las mata. Porque la luz llega a quemar y, sin embargo, son miles las especies nocturnas que no pueden resistir la atracción que supone un punto luminoso en el oscuro y rutinario paisaje de la noche. Empero, hay especies que no caen en la trampa, como las del género Catocala.
El resto describe círculos cada vez más cercanos a la fuente luminosa, a ese elemento nuevo en una historia que se remonta en la Tierra a más de cien millones de años, cuando nadie existía, ni encendía para la cena un farol o una vela.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 1-8-2005