LA PLAGA NATURAL

LA PLAGA NATURAL

LaS langostas son saltamontes con capacidad para gregarizarse; es decir: todas las langostas son saltamontes, pero no todos los saltamontes se aglutinan como langostas.

Parece ser que las condiciones adversas influyen en las langostas para que abandonen su fase solitaria, por lo que se agrupan como mecanismo de defensa ante una serie de condiciones ambientales extremas, casi siempre tras unos años de sequía consecutivos.

Esta plaga de langostas es una de las pocas plagas naturales que aún existen en el mundo, ya que casi todas están provocadas por el manejo de los cultivos, que lleva insectos a lugares donde no tienen competencia.

En el Sáhara, tras la gran sequía de 1957, se produjo en el 59 una plaga en Villa Cisneros. Para poder caminar, había que salir a la calle con raquetas de tenis, dando reveses a cada paso. En un instante, el poco verdor de las taljas, que son unos árboles africanos, desapareció en cuestión de segundos.

El suelo se volvió rojo.

Son rojos los ejemplares adultos; amarillos, curiosamente, de un amarillo canario, los inmaduros, lo cual llevó a pensar que se trataba de dos especies distintas.

Pero es en ambos casos la langosta gregaria –Schistocerca gregaria– que eventualmente invade Canarias, y que convive en las islas con otra especie de langosta -la langosta marroquí- que también tenemos en la península, y que está dando en estos momentos problemas en Aragón.

Para terminar quiero recordar las palabras del escritor que más quiero, que es mi padre, que describe en su libro “Ifni y Sáhara. Una encrucijada en la historia de España” lo que supone esta plaga para los nómadas del desierto:

“Pobre del nómada que sufre la terrible plaga; para que su ganado no muera en pocos días tiene que levantar su fric, recoger sus enseres, llenar sus tasufras o maletas para viajar en cualquier dirección que le aleje de las zonas castigadas, si bien antes de emprender el camino, tal y como hizo el pueblo de Moisés, dará buena cuenta del maná para comerlas con fruición, asadas sobre unas brasas, aprovechando la calma de la tarde que suele acompañar al ocaso del sol”.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 30-11-2004

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