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Ayer vi por primera vez a una codorniz.

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Ayer vi por primera vez a una codorniz.

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Ayer vi por primera vez a una codorniz.

Era casi de noche y estaba en el campo de al lado, un maizal de tierra muy oscura, donde asoma ya el ápice de la semilla germinada.

Como esta tierra linda con mi huerta, hace años que oigo, por aquí, en los entrepanes. donde florece la correhuela y da esporas el helecho, a la codorniz cantando, pero jamás la había visto al descubierto, en tierra abierta.

Quiero decir que sabía que había llegado de oído. Pero ayer la vi por vez primera, oscura como la tierra, dando saltos por el campo mientras emitía su canto inconfundible que aún resultaba más sonoro por estar anocheciendo.

Estaba tan lejos de la casa que fue inútil ir a por la cámara, por eso la foto de hoy no es de una codorniz, sino de los perdigones que fotografió, magníficamente, el hijo de nuestro lector Joaquín Domínguez el año pasado.

Están ahora los perdigones también cerca de las huertas, en otras tierras, bajo los chaparros, y me han contado que la madre apeona cuando alguien se acerca para distraer al que quiere encontrarlos, mientras se desperdigan los perdigones.

Tantos años en el campo y no había visto una codorniz hasta ahora. No sé cuántos tendrán que pasar para que encuentre una nidada de perdigones como ésta.

Feliz día,

Mónica Fernández-Aceytuno

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