16:47

Preciosísima crónica la de este sábado.Desde una de las mejores dehesas del Suroeste peninsular, escribe y describe Juan Carlos Delgado Expósito.

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Preciosísima crónica la de este sábado.Desde una de las mejores dehesas del Suroeste peninsular, escribe y describe Juan Carlos Delgado Expósito.

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Preciosísima crónica la de este sábado.Desde una de las mejores dehesas del Suroeste peninsular, escribe y describe Juan Carlos Delgado Expósito.

UN MAR DE ENCINAS

16 de Mayo, entre las nueve y las doce de la mañana

La mañana amanece serena, el cielo limpio de nubes, el viento más bien brisa, continúa soplando del Oeste, como en los últimos días. Me encuentro inmerso en un mar de encinas, estoy en el corazón de lo que se conoce como el bosque mediterráneo y entre las mejores dehesas del Suroeste peninsular. Hoy estoy disfrutando en las sierras entre Fregenal de la Sierra y Jerez de los Caballeros.

La luna menguante se encuentra algo pasada de su zenit, el sol la sigue muy de cerca, pero es una persecución imposible. De lo profundo de los barrancos emerge el potente y aflautado canto del Ruiseñor bastardo. Varios machos proclaman su territorio desde puntos diferentes.

Al pie de las encinas centenarias florecen jaras, cantuesos, lirios o retamas, entre otras muchas plantas. La digital de flores rosáceas crece entre los resquicios y el pie de las rocas que emergen grises desde la tierra, entre los troncos de las encinas. A lo lejos se escucha el machacón canto de la abubilla, más lejos aun el cuco emite su repetitivo reclamo.

Al pie de la sierra en la que me encuentro, el sonido de las gradas rompiendo la polvorienta tierra, prepara el terreno para evitar que los incendios veraniegos propaguen el fuego de una finca a otra. El tractor se mueve por terreno abrupto.

Avanza la mañana y el calor comienza a dejarse sentir, un águila culebrera planea aprovechando las incipientes corrientes de aire caliente sobre las laderas de estas sierras, donde sin lugar a dudas tendrá camuflado su nido en lo alto de alguna encina o alcornoque. También un Ratonero o buteo, planea algo más bajo sobre las encinas. Un mirlo levanta vuelo de manera escandalosa, para perderse entre la maraña del sotobosque mediterráneo. Mientras el arado continúa moviendo la tierra, una garcilla bueyera solitaria rebusca entra la tierra recién removida alguna presa que llevarse al pico, lo mismo hacen algunas cogujadas.

Ojala el fuego no llegue este año, a este mar de encinas sin agua.

Juan Carlos Delgado Expósito

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