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“Querida Mónica:

Veo con retraso que usted, el día de Cervantes, habló de las golondrinas. Y ese mismo día había caído en mis manos un libro

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“Querida Mónica:

Veo con retraso que usted, el día de Cervantes, habló de las golondrinas. Y ese mismo día había caído en mis manos un libro que llevaba en su título tal pájaro, tal ser celestial: El vuelo oblicuo de las golondrinas. Su autor, Du Fu, poeta chino del siglo VIII de nuestra era, amigo de Li Po, de quien le hablé hace algunas semanas. Toma el título tal antología de un verso de los muchos que citan a las golondrinas, a la luna, a la primavera, a la vida retirada, a la morada escogida, al agua… Me he permitido copiarle unos pocos poemas, dando por supuesto que podrían interesarle:

ELECCIÓN DE MORADA

En la orilla oeste del río Huanhua

el señor ha elegido un bosque y un estanque tranquilos.

Sabido es ya que fuera de los muros

pocos son los negocios de este mundo polvoriento

y, aún más, que el limpio río

alivia las fatigas del viajero.

Un sinfín de libélulas sube y baja,

y una pareja de ánades púrpura

entra y sale del agua en perfecta sintonía..

Puedo viajar mil li hacia el este, si me viene en gana;

y, montando en una barca, llegar hasta el mismo Shanyin.

Primavera de 760, en Chengdu

MI CASA ESTÁ TERMINADA

He acabado mi casa

de blanco techo de cañas

de espaldas a la muralla.

A lo largo del río discure el camino,

y si bajas los ojos sólo ves verdes campos.

El sol, oculto por los bosques de alisos,

sus hojas susurran con el viento.

Los altos bambúes, mezclados con el humo,

y en sus troncos, gotas de rocío.

Para atender a sus crías,

los pájaros detienen el vuelo unos instantes.

Con frecuencia llegan golondrinas, que cuchichean,

a construir aquí su nuevo nido.

Yerran las gentes cuando comparan mi casa

con la del poeta Yang Xiong;

no tengo ánimo para contestar con versos

a los que de mí se burlan.

Primavera de 760, en Chengdu

MI CASA DEL CAMPO

Mi casa del campo, en un recodo de la corriente clara;

su puerta de ramas, junto al camino antiguo.

Oculta del mercado por la densa hierba:

en un lugar tan secreto

no hay que preocuparse del vestido.

Álamos y sauces de frágiles ramas,

y nísperos en los árboles fragantes.

Iluminados por el sol poniente, los cormoranes

cubren los puentes de pesca mientras se secan las alas.

Primavera de 760, en Chengdu

LA ALDEA DEL RÍO

La limpia corriente abraza con un bucle

la aldea, en su discurrir.

Durante el largo verano todo está en calma

en esta aldea del río.

Por encima de mi casa van y vienen las golondrinas,

y las gaviotas, en parejas, se acompañan sobre el agua.

Mi anciana esposa dibuja un ajedrez en un papel,

y el pequeño de mis hijos, para hacer un anzuelo,

golpea una aguja.

Mientras mi amigo provea a mi sustento,

¿qué más puede pedir este mi humilde cuerpo?

Verano de 760, en Chengdu

VIDA RETIRADA

Tarde ya he construido mi casa,

por no entregarme a negocios, en un lugar solitario.

La luz de los bambués se mezcla con el color del campo,

y la sombra de mi hogar oscila en la corriente del río.

Alejado del estudio y pobre desde hace tiempo,

dejo en la holganza a mis hijos y en la inquietud a mi mujer..

Cien años he ido pasando gracias al vino

y ni una vez me he peinado en todo un mes.

Otoño de 760, en Chengdu

LLEGA UN HUÉSPED

Pocos son los que pasan por el lugar apartado

donde, en calma, vivo.

Viejo y enfermo, necesitado de apoyo,

¡cuánto me cuesta

hacer la debida reverencia!

¿acaso mis versos podrían

llenar el mundo de asombro?

Vana labor.

El coche y los caballos detenidos en la orilla,

el distinguido huésped pasa la jornada entera

sentado largamente.

Toda una vida de arroz basto,

comida de docto fracasado.

Pero no lo tiene en cuenta,

que en el campo hay poco que ofrecer.

Cuando gustes, de nuevo puedes venir y admirar

las flores de mi jardín.

Otoño de 760, en Chengdu.

VECINO DEL LADO SUR

El señor de Jin lleva un turbante negro de pico,

recoge taros y castañas en los huertos.

No es absoluta su pobreza.

Suelen llegarle invitados,

y sus hijos se alegran;

los pájaros del porche

consiguen comida

y no se asustan ni echan a volar.

En otoño, la profundidad del agua

casi no llega a metro y medio,

y en la barquichuela mínima apenas cabemos tres.

Blancas arenas, bambúes esmeralda,

crepúsculo en la aldea de la orilla del río.

Bajo la nueva luz de la luna nos despedimos

en la puerta enramada.

Otoño de 760, en Chengdu.

LLUVIA AGRADABLE EN UNA NOCHE DE PRIMAVERA

La providente lluvia conoce bien las estaciones.

Si cae en primavera, se recupera la vida.

Nos llega tras el viento, silenciosa, de noche,

y va calando en las cosas suavemente, sin ruido.

Senderos campestres, nubes, todo oscuro,

sólo brillan, en el río, las luces de las barcas.

Al alba iré a contemplar la ruborosa humedad,

las flores embellecidas de la Ciudad del Brocado.

Primavera de 761, en Chengdu.

AGUAS DE PRIMAVERA

El tercer mes, y las flores de durazno

flotan sobre las ondas del río.

La corriente recupera sus viejas huellas,

y al amanecer inunda ya los límites de la playa.

El verde esmeralda riela ante el portón de ramas,

en tanto yo reparo mis aparejos

y dejo caer un cebo perfumado.

Ato los tubos de bambú para regar el huertecillo.

Ya son legión los pájaros que llegan volando

y en ruidosa algarabía se disputan el baño.

Primavera de 761, en Chengdu.

EN EL RÍO, EN MEDIO DE UNA FUERTE CORRIENTE, COMO SI FUERA EL MAR

Soy un hombre extravagante,

al que embriagan unos hermosos versos.

Si no llego a conmover con mis palabras,

mientras viva no descansaré.

Viejo ya, compongo versos sencillos.

Llega la primavera y a las flores y a los pájaros

nada les causa nostalgia.

Hace poco he añadido un barandal sobre el agua

desde el que suelo pescar.

Y también me he construido una balsa

que hace las veces de barca.

¿Cómo alcanzar el talento de poetas tan altos

como Tao y Xie?

Que sean ellos, pues, los que escriban poemas,

y luego iremos juntos a pasear.

761, en Chengdu.

MIRANDO EL AGUA DESDE LA BARANDILLA DEJO VOLAR MI CORAZÓN

Lejos de las murallas, en una ancha barandilla,

sin aldea que la estorbe,

la mirada llega lejos, muy lejos.

Las claras aguas del río casi rebosan el cauce.

Concluye la primavera,

y los serenos árboles están llenos de flores.

Entre una fina lluvia,

los pececillos aparecen,

y el vuelo oblicuo de las golondrinas

al pairo de la suave brisa.

En la ciudad, cien mil hogares,

aquí, dos o tres familias.

761, en Chengdu.

Traducción del chino de Juan Ignacio Preciado Idoeta y versos occidentales de Clara Janés. Espero que le hayan gustado estos poemas tanto como a mí, que no le hayan cansado.

Un saludo afectuoso,

Carbonero.



p.s. Por favor, felicite en mi nombre, si es posible, y una vez más, a Jerónimo. Cómo dudar de la pertinencia de una historia como la del golf y la urraca, si es de la vida (y una vida alegre, creciente) de lo que trata su página web, por suerte para nosotros.

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