7:42 del Miércoles 18 de Febrero de 2009

Buenos días. Nunca, hasta ayer, había visto una gaviota con la cabeza tan oscura.

7:42 del Miércoles 18 de Febrero de 2009

Buenos días. Nunca, hasta ayer, había visto una gaviota con la cabeza tan oscura.

7:43 Nunca, hasta ayer, había visto una gaviota con la cabeza tan oscura.

Serían las doce de la mañana y caminaba por el pantalán cargada con todo lo necesario para pasar un día de pesca, mirando cuántos alevines de mújoles se ven ya, diminutos, brillantes, en el muelle, y de pronto, casi a la altura de mis ojos, empezó a volar esta gaviota con una caperuza de un marrón muy oscuro, casi negro, que no había visto jamás.

Mientras iba hacia el bote, la gaviota a su vez iba dando vueltas sobre mí en esa suerte de grandes círculos que describen las aves marinas, casi siempre en el mismo sentido, siguiendo el trazado del puerto, a la manera en la que la gente, como si se hubieran puesto de acuerdo, dan vueltas a la vez por la plaza.

En cuanto abrió el pico, supe que era, por la risa del graznido, una Gaviota Reídora, Larus ridibundus, y en inglés: Black-headed Gull, aunque su voz suene igual en todas partes.

Imagino que es una invernante solitaria, pues era la única en todo el puerto, comportándose de otra forma, volando más cerca de la gente, como si le tuviera menos miedo, o tomando el sol posada en la rampa de piedra por donde botan ahora los barcos, o volando por la tarde sobre el objetivo de mi cámara, abriendo las alas, con el extremo de las plumas primarias tan oscuras como la cabeza.

Feliz día y hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

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