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Ayer estuve en Asturias, y al pasar por el nuevo puente de la autovía del Cantábrico, donde se veía abajo Cudillero y en su bahía un velero, blanco y de madera, fondeado

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Ayer estuve en Asturias, y al pasar por el nuevo puente de la autovía del Cantábrico, donde se veía abajo Cudillero y en su bahía un velero, blanco y de madera, fondeado

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Ayer estuve en Asturias, y al pasar por el nuevo puente de la autovía del Cantábrico, donde se veía abajo Cudillero y, en su bahía, un velero, blanco y de madera, fondeado, empezaron a pasar las mariposas.

Me recordaron a las mariposas monarca de la fotografía de hoy de portada, y que vi en 2007 bajar en México a beber al río llenando los senderos, hacia abajo, y despues, de vuelta, monte arriba, hacia los oyameles donde se posaban con las alas cerradas de tal manera que parecía que al tronco le hubieran salido escamas.

Por la velocidad ayer de la mariposa y la mía, quizás la misma, no pude ver de qué especie se trataba pero eran grandes bandadas de lepidópteros anaranjados, probablemente de la misma especie.

Desconozco si quien trazó esta autovía, que está hecha como a pedazos aún sin unir, y donde agradeces cada tramo, se acordó de que por aquí pasan desde hace siglos, quizás millones de años, hacia el mar y el océano, estas mariposas.

Feliz día,

Mónica Fernández-Aceytuno

P.S.

MARIPOSAS DEL OCÉANO

¿REGRESA Vanessa?

LAS MONARCAS

Es algo digno de los reyes lo que está sucediendo en la Sierra Madre.

Con el sol de los últimos días, acaban de despertarse las mariposas monarca de esos racimos que cuelgan en enjambre de las ramas de unos abetos muy altos y con hojas de tejo llamados oyameles, y sobre los que en este santuario mexicano se posan y pasan el invierno antes de regresar a Canadá.

No he visto en mi vida nada más impresionante que el río de mariposas que baja a beber a mediodía. Millones. Vuelan por el cauce abierto del camino por el que subes a caballo y las mariposas te rodean y te envuelven como el agua con la piedra de un río, y si miras hacia arriba, el cielo no es azul, sino azul y naranja, cubierto el cielo por estas mariposas grandes como las manos abiertas de una niña. Y si miras al suelo, se ven las sombras volanderas y ovaladas de las mariposas planeando. Casi no hay sol sobre el camino.

Cuando alcanzas a pie la cima, tan alta que se diría que la sangre va a salir a capturar el oxígeno que le falta, ya no se puede respirar por la emoción de ver el suelo cubierto de alas de mariposa, y los arbustos de aclepsias con menos hojas y flores que lepidópteros, y los troncos de los oyameles con tantas mariposas que parece que les han salido irisadas escamas.”

M.F.A.

Año 2007

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