De una oscuridad densa, impenetrable. Se dice de las aguas o abismos cavernarios donde no penetra la luz, si bien de ella puede acabar emergiendo la vida por sorpresa o milagro.

Carbonero

De una oscuridad densa, impenetrable. Se dice de las aguas o abismos cavernarios donde no penetra la luz, si bien de ella puede acabar emergiendo la vida por sorpresa o milagro.

Carbonero

Término: caliginoso/a

Definición: De una oscuridad densa, impenetrable. Se dice de las aguas o abismos cavernarios donde no penetra la luz, si bien de ella puede acabar emergiendo la vida por sorpresa o milagro, como demuestra uno de los comienzos más hermosos de toda la historia de la literatura española y universal, el despuntar de la novela póstuma de Miguel de Cervantes Los trabajos de Persiles y Sigismunda, auténtica declaración de fe en la luz.

Pocas veces una palabra se ha puesto en escena con mayor claridad, abriendo su significado. La cita es larga pero “vale un valer”:

CAPÍTULO PRIMERO

Voces daba el bárbaro Corsicurbo a la estrecha boca de una profunda mazmorra, antes sepultura que prisión de muchos cuerpos vivos que en ella estaban sepultados. Y aunque su terrible y espantoso estruendo cerca y lejos se escuchaba, de nadie eran entendidas articuladamnentre las razones que pronunciaba, sino de la miserable Cloelia, a quien sus desventuras en aquella profundidad tenían encerrada.

-Haz, oh Cloelia -decía el bárbaro-, que así como está, ligadas las manos atrás, salga acá arriba, atado a esa cuerda que descuelgo, aquel mancebo que habrá dos días que te entregamos; y mira bien si, entre las mujeres de la pasada presa, hay alguna que merezca nuestra compañía, y gozar de la luz del claro cielo que nos cubre y del aire saludable que nos rodea.

Descolgó en esto una gruesa cuerda de cáñamo, y de allí a poco espacio, él y otros cuatro bárbaros tiraron hacia arriba, en la cual cuerda ligado por debajo de los brazos, sacaron asido fuertemente a un mancebo, al parecer de hasta diez y nueve o veinte años, vestido de lienzo basto, como marinero, pero hermoso sobre todo encarecimiento.

Lo primero que hicieron los bárbaros fue requerir las esposas y cordeles con que a las espaldas traía ligadas las manos. Luego le sacudieron los cabellos, que como infinitos anillos de puro oro, la cabeza le cubrían. Limpiáronle el rostro, que cubierto de polvo tenía, y descubrió una tan maravillosa hermosura, que suspendió y enterneció los pechos de aquellos que para ser sus verdugos le llevaban.

No mostraba el gallardo mozo en su semblante género de aflicción alguna, antes, con ojos al parecer alegres, alzó el rostro, y miró al cielo, por todas partes, y con voz clara y no turbada lengua dijo:

-Gracias os hago, ¡oh inmensos y piadosos cielos!, de que me habéis traído a morir adonde vuestra luz vea mi muerte, y no adonde estos obscuros calabozos, de donde ahora salgo, de sombras caliginosas la cubran.

(…)

Luminosa y alegre y no turbada libertad, bella como un sol. Lección ejemplar, cervantina.

Carbonero

FOTO DE ARCHIVO: Ranúnculos florecidos sobre el agua de una charca.

AUTORA: Mónica Fernández-Aceytuno

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.