Buenas. Anteanoche llovió por aquí tanto que no me extraña que digan que en Madrid las calles fueron anoche ríos, si es que el frente que pasó por aquí se fue hacia allí horas más tarde, y eso que perdió fuerza por el camino.

Ha llovido por San Miguel. Un agua tranquila y caladera le ha devuelto la alegría al campo.
Hace poco más de 7 meses te decía: “El campo está como cansado, como si en vez de estar a las puertas de la primavera estuviéramos en vísperas de San Miguel. Está asustado ante lo que se le viene encima. La sequía, la más grave que he conocido en mi vida de agricultor, está acabando con todo”
Ha llovido por San Miguel. Un agua tranquila y caladera le ha devuelto la alegría al campo. Ha comenzado la otoñada y Dios quiera que siga el buen tiempo, el tiempo propio de su tiempo. La Madre Tierra, siempre tan agradecida, está superando el cansancio de tantos meses sin agua.
Los espárragos trigueros de la imagen, desarrollados en muy pocos días en una caliente solana del Toleíllo, son un buen ejemplo de la capacidad que tiene el campo para superar las malas rachas.
Un abrazo. Joaquín