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Los nidos de mirlo que yo encuentro suelen estar a la altura de mis ojos, pero tan escondidos que no los veo.
Los nidos de mirlo que yo encuentro suelen estar a la altura de mis ojos, pero tan escondidos que no los veo.
En este tiempo de remiendos que vivimos, colgadas de los alambres de espino en las cercas, se ven como visillos rotos o trapos viejos de una fragata, esas lanas deshilachadas de las ovejas con las que tapizan las tarabillas el interior del nido.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC,5-3-2012
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Mónica Fernández-Aceytuno