Todo parece aletargado, pero ya bulle la savia, su fluir invisible va formando brotes en los extremos de las ramas.

Pilar López

Todo parece aletargado, pero ya bulle la savia, su fluir invisible va formando brotes en los extremos de las ramas.

Pilar López

Brotes de almendro en la umbría de la Sierra de la Mosca.

En la umbría de la cacereña Sierra de la Mosca, la sombra cubre las laderas a primera hora de la tarde. En el otro lado, en la solana, el sol ilumina todavía la parte más alta.

Poco ha llovido y los días soleados, aunque fríos, invitan a salir a disfrutar de la naturaleza en invierno. Todo parece aletargado, pero ya bulle la savia, su fluir invisible va formando brotes en los extremos de las ramas.

Así los almendros, algunos ya florecidos, y otros más lentos, llenos de brotes de futuras flores que no tardarán en abrirse, fieles a su cita con los días, como así nos contó Joaquín hace poco.

Y por todos lados, los reclamos de verdecillos, carboneros, currucas y mirlos, presintiendo que muy pronto hay que ponerse a trabajar, cuando los árboles no estén tan desnudos y puedan ocultar los nidos.

Mientras tanto, el durillo sigue teniendo sus frutos de un azul tan metálico que parecen brillar en la penumbra de la tarde, que va cayendo sobre la umbría sin que podamos detenerla.

Un cordial saludo.

Pilar.

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