No cabe duda de que la carlina es un cardo precioso. El de la imágen está tomado en la cuneta de una carretera de tercer orden de la provincia de Sevilla, en el Toleíllo.

Joaquín

No cabe duda de que la carlina es un cardo precioso. El de la imágen está tomado en la cuneta de una carretera de tercer orden de la provincia de Sevilla, en el Toleíllo.

Joaquín

No cabe duda de que la carlina es un cardo precioso. El de la imágen está tomado en la cuneta de una carretera de tercer orden de la provincia de Sevilla, en el Toleíllo. A parte de por la belleza de la parte aérea, se apreciaban mucho las propiedades curativas de su raíz, usada en cocimientos para curar múltiples enfermedades pues a parte de su reconocida acción antibiótica, los flavonoides que contiene son muy diuréticos, siendo efectivos en el tratamiento de la cistitis. Si a ello le añadimos que abre el apetito, favorece la digestión, es laxante y vermífugo, cura diversas afecciones de la piel, disminuye la hipertensión, favorece la eliminación de edemas y, por si fuera poco, se le atribuyen efectos afrodisíacos, podemos decir que en la cuneta hemos encontrado una farmacia completa.

En el País Vasco, donde la carlina se conoce con un nombre que no recuerdo ahora pero que significa algo así como flor del sol, se colocaban, ya secas, en las puertas de los caseríos para que los protegiera de los espíritus malignos.

En Constantina, en pleno parque natural de la Sierra Norte sevillana, León Degrell había construído, al final de la II Guerra Mundial, una preciosa casa donde vivió con su familia varios años. Por razones que no vienen al caso, la casa, construída en una finca denominada La Carlina por la abundancia de estos cardos, se quedó abandonada y fue totalmente expoliada. Recientemente fue adquirida por las monjas jerónimas que procedieron a su reconstrucción, adaptándola para sustitur a su antiguo convento de Constantina destruído por un incendio, edificando también, con proyecto de un arquitecto español que actualmente trabaja en Singapore, una preciosa hospedería. Animo a tus lectores a pasar unos días en la hospedería monástica. Para facilitarles la reserva, te adelanto el teléfono del convento: 955 88 11 66. Estoy seguro de que me agradecerán la recomendación.

Un abrazo fuerte. Joaquín.

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