Recolectando artículos casi perdidos, me he encontrado con esta langosta roja cuyo estridor se oye hasta en los restaurantes.

Mónica Fernández-Aceytuno

Recolectando artículos casi perdidos, me he encontrado con esta langosta roja cuyo estridor se oye hasta en los restaurantes.

Mónica Fernández-Aceytuno

Recolectando artículos casi perdidos, me he encontrado con esta langosta roja cuyo estridor se oye hasta en los restaurantes.

LA LANGOSTA ROJA ESTRIDULA EN EL MAR

Frente a las costas de Castellón, treinta millas mar adentro, cerca del archipiélago de las Columbretes, vive una población de langosta roja que acaba de iniciar la incubación de los huevos; informa Raquel Goñi, bióloga marina del Instituto Español de Oceanografía.

La langosta roja –Palinurus elephas– tiene una vida curiosa. Para empezar emite un sonido con la base de las antenas que recuerda al roce de dos superficies granulosas y su estridor es tan audible que no sólo se puede oír en el fondo del mar, sino también en un restaurante, mientras la langosta recorre el camino que va del acuario al plato.

De los huevos que incuba la hembra en estos momentos en su abdomen saldrán, en la próxima primavera, unas larvas diminutas transparentes, y con forma de hoja, que reciben el nombre de filosoma. Esta larva no se parece a sus padres, y el mar la arrastra a su gusto: hasta once estados diferentes sufrirá el filosoma para llegar a su forma definitiva de langosta e instalarse en el fondo. En el Centro Oceanográfico de Baleares quieren averiguar si la langosta roja realiza migraciones en fila india como hacen las caribeñas, que, no sólo avanzan una detrás de otra, sino que además se reúnen en círculos, y estridulan, como niños jugando al corro de la patata.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 17 de Octubre de 1998

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