Con exactitud no sabemos cuándo comenzó el hombre a modificar el bosque mediterráneo para convertirlo en dehesa tal y como la conocemos hoy.
Así están las prímulas silvestres en el suelo del bosque más umbrío, y también en vertical, plenamente florecidas. Eran recomendadas por Santa Hildegarda como remedio contra la melancolía.
Mónica Fernández-Aceytuno
Así están las prímulas silvestres en el suelo del bosque más umbrío, y también en vertical, plenamente florecidas. Eran recomendadas por Santa Hildegarda como remedio contra la melancolía.
Pero tienen que ser éstas, las prímulas del bosque, no valen, por exóticas, las de los jardines.
Gracias por participar en este lugar de la Naturaleza,
Mónica Fernández-Aceytuno
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Marisa
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Mónica Fernández-Aceytuno