Esa tierra roja, seca bajo las nubes, y tanto verdor de pámpano y de uva.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
EL LAUREL
Húmedo está, bajo el laurel, el banco de verdinosa piedra.
A .Machado
El laurel es un árbol que se encuentra presente en la mayoría de las casas señoriales de Fregenal de la Sierra, así como en las huertas que rodean la población. Pero sin duda alguna los dos ejemplares más representativos son el laurel de la casa de la “Chita”, visible desde la Fuente Miranda, al que se le pueden estimar trescientos años de vida.
Aunque sin duda el laurel por excelencia en cuanto a edad se refiere, es el que se encuentra en el huerto del convento de las Madres Agustinas, del que se tienen referencias ya desde hace al menos cuatrocientos años, según información de la superiora del convento mencionado. Pero tampoco debemos de olvidar el laurel que se encuentra en el colegio de los Jesuitas, en la calle Bravo Murillo, y que es de esperar que sea respetado una vez que se inicien las obras previstas en dicho edificio.
Podemos decir que el laurel es un árbol oriundo del área mediterránea, siendo difícil precisar su área natural, puesto que se ha cultivado desde tiempos antiguos, sobre todo por su simbolismo. Su madera es dura, pesada y aromática.
Se dice que el laurel es de ascendencia divina: pues era el árbol consagrado a Apolo, dios de las Artes y del Sol. En la antigüedad, para los romanos era símbolo de la más alta distinción honorífica: de los orgullosos emperadores, de los héroes valerosos. Más tarde se hizo lo mismo con los poetas.
Pero actualmente el laurel ya no se coloca en la frente de los nobles, sino en los guisos. Hay zonas rurales en las que se utiliza para ahumar jamones, además el laurel es un excelente antiséptico; en épocas de grandes epidemias, se quemaba laurel para alejar las miasmas circundantes. El laurel posee las mismas virtudes del tomillo, la salvia y el romero. Una hoja de laurel en los guisos previene del infarto.
La palabra laureado viene de laurel: así era coronado aquel que había terminado un determinado ciclo de estudios.
Y para terminar recuerden aquellos versos de Federico G. Lorca sobre este árbol:
¡Oh laurel, de alma inaccesible,
Siempre silencioso, lleno de nobleza!
¡Vierte en mis oídos tu historia divina,
Tu sabiduría profunda y sincera!.
J. Carlos Delgado Expósito
A .Machado