Las huellas de una garza son tan ligeras como el humo de las lumbreradas.

Las huellas de una garza son tan ligeras como el humo de las lumbreradas.

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Lo que más me gusta de la garza que fotografié esta mañana a orillas del Eume, es que se ven claramente, de lejos, las patas..como un día vi sus huellas…

….Las huellas de una garza son tan ligeras como el humo de las lumbreradas. Bajo la tabla del río me parece, por un lado, que el agua las tiene allí prisioneras y, por otro que, al menor descuido, se echarán a volar las huellas una detrás de la otra, con el mismo vuelo que tiene el humo blanco de sale al quemar las silvas y el tojo de pinchos verdes, cuyas humaradas veo ascender por el valle los días en los que la lluvia no moja: arropa.(…).

Se parece en lo esbelto estas huellas a las del gorrión, pero las de la garza son mucho más grandes, de hechho, es muy fácil reconocer una huella de garza por su tamaño; en concreto, en la garza real, la garza gris y blanca, sólo el dedo central mide siete centímetros. En esta impresión se puede notar con claridad las señales de sus uñas, y el largo primer dedo que va asociado a las costumbres arborícolas de las garzas, ya que este dedo les permite agarrarse a las ramas.

En Tapia, en Asturias, ha recolectado Bernis un dicho sobre las garzas que responde a este movimiento pendular: “Si la garza viaja al mar, coge los bueyes y arar; si la garza va a tierra, coger el hacha y hacer leña”.

Pero sea cual sea su dirección de vuelo, es una adaptación de la sexta vértebra, de las dieciséis a veinte que tiene en el cuello, la que les permite replegarlo no sólo cuando vuelan, sin también para cazar al acecho. Se mantienen las garzas con el cuello encogido hasta que, al pasar un pez, dispara el cuello como un arpón, con tanta fuerza, que llega a ensartar el pez con el pico recto y de bordes tan afilados como los de una espada.

Al sumergir las patas para la pesca es cuando imprime las huellas en el cieno, esas que quedan expuestas y atrapadas durante horas en un escaparate de agua. Huellas que tuve en una laguna que hay por aquí cerca donde, sin ver la garza, la vi: era una garza real que sobrevoló mi cabeza sin volar porque miré sus huellas; y con eso me conformo.

Con el tiempo he aprendido que las huellas son las señales de humo que nos hace la vida.

(M.F.-A., BLANCO Y NEGRO 1998)

P.D. Y hoy, en el Eume, pude mirar a esta garza real durante varios minutos.

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