Para adivinar la hora mi madre soplaba tantas veces como fuera necesario para que los frutos se fueran volando.
Joaquín
Joaquín
El suelo de esta dehesa es pura piedra. Y muy caliza. Huele divinamente pues hay, como en todos los terrenos poco fértiles, gran cantidad de labiadas. Ahora, cuando ya se vislumbra el fin del invierno, el colorido es variadísimo. Para dar fe te adjunto las fotos de unos iris que, literalmente, han nacido de las piedras.
Un abrazo. Joaquín