Sentémonos al atardecer a la entrada de una cueva habitada por Murciélagos.

EL MURCIÉLAGO 13.01.2010

Sentémonos al atardecer a la entrada de una cueva habitada por Murciélagos.

Al desaparecer los últimos rayos de luz de la tarde, observamos que la boca

de la cueva se transforma en las fauces de un gran dragón que vomita en vez

de bolas de fuego a borbotones, cientos de murciélagos que salen volando sin

rumbo y desperdigándose en la oscuridad de la noche. Cada uno va solitario,

cada uno va a su querencia para llegar el primero y atrapar los insectos

que despiertan e inician su vuelo en las noches de nuestros cielos.

Como carecen de cola-timón para volar en línea recta o cambiar de rumbo como

las aves, van dando bandazos de arriba a abajo dibujando en el aire una

especie de culebrina que nadie sabe identificar, creo que es su técnica para

que nadie los siga y descubran sus vaguadas fértiles donde revolotean

millones de insectos de varios sabores. La verdad es que su forma de volar

me recuerda a las mariposas, pero no por eso las respetan, si pueden las

cazan por mucho colorido que adornen sus alas.

Este pequeño mamífero alado sólo tiene intimidad y se relaciona con sus

semejantes en el interior de su hábitat para dormir, allí sí, entonces no le

importa juntarse con cualquiera, para darse calor, chismorrear de lo

cotidiano o buscar pareja. En campo abierto ni una palabra. No son

solidarios como las aves que se comunican con cantos y en bandadas,

aterrizan en campos que tienen semillas maduras, brotes tiernos o inocentes

larvas recién salidas de su envoltorio.

Dicen que se le parece al Ratón, quizá sea cierto pero solo he encontrado

una semejanza en las caquitas negras, diminutas y ovaladas como semillas de

cardos salvajes, que aparecen al lado de grietas o terrazas. Me llamó la

atención que una familia de Murciélagos pudiera vivir en un tubo de hierro

de dos metros de altura, en verano y sin aire acondicionado. Al ratón lo veo

más gracioso sobre todo cuando te mira, cuando camina y cuando come. Cuida

su intelecto mordiendo hojas de libros antiguos, ya sean de ciencia, poesía

o agricultura. Ver una camada recién nacida es lo más chusco que se puede

ver.

No quiero omitir reseñar los Murciélagos de otros continentes con otra forma

de vida, tamaño o alimentación que nos muestran en algunos reportajes. Son

distintos, duermen colgados de árboles durante el día, tapándose con sus

alas membranosas que parecen hojas secas de mazorcas. Estas especies se

alimentan de sangre caliente de animales salvajes o domesticados. Dicen que

también les apetece la sangre del hombre si se deja, claro, pues le parece

más dulzona y gratificante. No sé.

Estos bichos cuando extienden sus alas que parecen de gamuza pero negra, se

asemejan a dos hojas de plátano pero no de Canarias, sino de los árboles que

adornan avenidas o parques. De cualquier forma creo que cuando se miran al

espejo no se gustan, se notan algo raro comparado con el resto de otras

criaturas, ni siquiera cantan, ni un trino como hacen las aves al amanecer

cerca de nuestra ventana, Así que ni pío, nada de nada. Bueno sí, cuando

llegan a casa por la mañana emiten un sonido como metálico muy suave, casi

imperceptible. Por eso desaparecen durante el día, para no ser vistos, como

si se tratara del jorobado en aquella Catedral… Yo creo que deben ser muy

tímidos y vergonzosos.

Es espectacular cuando la luna grande aparece por el horizonte. El

Murciélago, en esos momentos, quiere ser estrella fugaz. Como un mimo que al

trasluz de una pantalla hace juegos de manos, el Murciélago pasa por delante

del globo rojizo haciendo piruetas estrafalarias por el aire, como rasgos de

firmas ininteligibles, para demostrarnos que sabe hacer piruetas que a otros

les costaría trabajo imitar.

El Murciélago o Morciguillo como le llaman en los medios rurales de mi

tierra, creo que nos mira con simpatía, se nota que quiere agradar con sus

ojitos vivos y nerviosos. Se pasa la noche volando, no descansa para comer,

los mosquitos son aperitivos, pero va más a por presas sustanciosas como

orugas hermosas parecidas a gusanos de seda, que brillan en la noche por las

hojas de los árboles. También le gusta así cualquier arácnido gordo y orondo

cargado de crías pegadas envolviendo todo su cuerpo.

Curiosamente en el mar y en el aire, se producen hechos análogos. Me acuerdo

de las asustadas y pobres sardinas formando bolas cerca de la superficie del

mar y atacadas por delfines sin piedad. En verano, al atardecer también se

forman bolas de mosquitos a dos metros del suelo. Los Gorriones, las

Golondrinas y otros como los Murciélagos, le dan varias pasadas para

llevárselos a las bocas o los picos cargados de estos manjares.

No sé si las leyendas se originaron primero por un inocente Murciélago y

después pasaron a los Vampiros, y a un Conde siempre vestido de frac, a la

estaca, los relámpagos y los castillos en noches oscuras. Si todo esto lo

agitamos se forma un cocktail final de misterio y miedo. En la noche, un

castillo solitario abrazado por la hiedra, hace soñar que algo pasó allá en

los tiempos y que perdurará y seguirá recordándose en la lejanía de la

posteridad.

Quiero pensar que estas pequeñas criaturas son como nuestros guardianes de

la noche. Hacen que nuestros sueños en los veranos cerca del mar y de la

montaña puedan ser placenteros. Para asegurarse de ello hacen una pasada en

nuestro dormitorio, eso sí sin decir pío, sin ruido y sin canto, sólo para

comprobar que estamos allí plácidamente dormidos o casi. Los he visto, al

menos en dos ocasiones, entrar y salir en silencio

Creo que exagero al hablar de las intenciones de los animales para darnos

su simpatía, acercamiento y amor. ¡Claro que exagero!.. pero ..¿y si un día

se descubre que puede haber algo de verdad?. ¿Quién sabe? ¡Ojala! ¡Qué

maravilla!

Un cordial saludo,

Jerónimo

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